Aunque para sí quisieran muchos equipos el apoyo que los jugadores rojillos reciben de sus gradas, El Sadar se ha convertido en un problema para Osasuna. Los rojillos fueron otra vez mejores que el rival de turno, tuvieron mejores oportunidades -especialmente en la primera media hora- pero, por tercera semana consecutiva, como si les persiguiera una especie de maldición como locales, no supieron sacar provecho a ese dominio y terminaron pagándolo con el tercer 0-1 consecutivo en el campo iruindarra.

Para nada dio muestras el Deportivo de La Coruña de ser el mejor equipo de la segunda vuelta, pero tampoco le hizo falta. Pertrechados en su defensa de tres centrales, los gallegos soportaron como pudieron el inicial brío local y aprovecharon un contragolpe para, de manera polémica, desnivelar el marcador. Tampoco los árbitros parecen tenerle demasiado respeto a la parroquia iruindarra y el penalti de Krutxaga a Filipe no es nada claro -el de Ezkarotz se frenó en su impulso- e incluso pudo haber fuera de juego en el pase interior al lateral brasileño. Sergio no perdonó y los minutos posteriores al tanto deportivista fueron un querer y no poder por parte rojilla, que no tuvo la claridad de ideas suficiente en ataque.

Guión muy parecido

De un tiempo a esta parte, los partidos en el feudo iruindarra están repitiendo un guión que está impidiendo que la tranquilidad definitiva se instale en el club navarro, cuyos seguidores se enfrentan cada quince días a ejercicios de impotencia y de falta de definición.

Sin la intensidad y la fluidez de los partidos ante el Betis y el Recreativo, lo mejor del equipo rojillo fue su inicio, en el que llegó con cierta fluidez a la portería de Aouate. Las primeras aproximaciones llegaron desde el flanco izquierdo, primero en una vaselina de Vella y posteriormente en un disparo de Juanfran, pero tras un aviso de Luiz Filipe en un contragolpe, las opciones más claras llegaron desde la derecha. Las dos ocasiones en las que el ansiado gol estuvo más cerca se concentraron en un minuto, el 17, primero en un rechace que Juanfran cazó dentro del área y que Aouate despejó a corner y en ese saque de esquina Sergio despejó sobre la línea un remate de Astudillo que se colaba.

No aprovechó el equipo de Ziganda su efervescencia inicial y el Deportivo le fue cogiendo la medida. Lotina encomendó a Wilhelmsson la labor de frenar la salida del balón osasunista pegándolo a Patxi Puñal y la fluidez inicial fue desapareciendo paulatinamente, ya que todos los intentos osasunistas se estrellaban continuamente en la poblada defensa visitante.

No cambió el guión en la segunda mitad, en la que cada equipo seguía buscando sus objetivos según el planteamiento inicial; Osasuna buscaba vías de penetración en la muralla blanquiazul, mientras que los gallegos esperaban la contra que les permitiera adelantarse.

Osasuna estuvo cerca de lograrlo en un remate de Astudillo al exterior del poste tras una falta botada por Puñal y en un zurdazo del recién incorporado Dady, que despejó Aouate. Ziganda trató de revitalizar el ataque osasunista con la entrada en el campo del delantero caboverdiano y de Héctor Font por unos desapercibidos Kike Sola y Juanfran, pero el planteamiento se vino abajo en un minuto.

Una pérdida en la circulación del balón en el centro del campo permitió al Deportivo estirarse por su banda izquierda y el árbitro pitó penalti en una discutida caída de Filipe ante un Krutxaga que en sala de prensa afirmó tajantemente que el rival se tiró y las imágenes de televisión parecen darle la razón.

El mazazo fue demasiado grande para un Osasuna que no tuvo ninguna capacidad de reacción. Ziganda apostó por el juego directo con la entrada de Walter Pandiani, pero los rojillos no hicieron sino seguir estrellándose ante el frontón montado por Lotina en torno a su portero.

Patxi Puñal fue el único en inquietar a Aouate, primero en el minuto 68 en un intento de vaselina desde el borde del área que salió despedido por poco, y a un minuto del final en un disparo raso que salió rodeando el poste derecho del portero israelí del equipo gallego.

Sin pólvora, Osasuna sumó su tercer partido en casa sin marcar y deberá buscar la tranquilidad que no consigue en El Sadar como visitante.