CRÓNICA | Nafarroaren eguna en Baigorri
Una fiesta entre navarros que cumple 30 años desde que rompió la muga
El Nafarroaren Eguna llegó ayer a su edición número 30. Una cifra redonda que sirve para recordar que fue esta fiesta entre navarros la que hace ya tres décadas superó la muga que divide a Nafarroa y a Euskal Herria en su conjunto.
Iñaki VIGOR
El último domingo de abril es una fecha que tiene nombre propio en el calendario festivo de Euskal Herria: Nafarroaren Eguna. Debido acaso a sus tres décadas de existencia, pocos recuerdan ya cómo surgió esta jornada de encuentro entre los navarros de Nafarroa Garaia y Nafarroa Beherea. Fue tras la muerte de Franco cuando comenzaron a crearse jumelages entre pueblos de ambos lados de la muga. Uno de ellos hermanó a los pueblos de Baigorri y Tafalla y los unió en esta última localidad, cuando la Comisión de Festejos, con Josemari Esparza al frente, invitó a los alcaldes del Valle de Aldude a celebrar el primer Nafarroaren Eguna. «Aquella edición se hizo pensando en dar continuidad al jumelage oficial entre Baigorri y Tafalla, que tuvo carácter institucional porque fue organizado por el Ayuntamiento. Vino el alcalde de Baigorri, Jean Haristchelar, pero por circunstancias políticas fue sustituido y aquel primer acto oficial no tuvo continuidad. Entonces, fueron los propios vecinos de Baigorri los que decidieron organizar un Nafarroaren Eguna totalmente popular, sin ayudas institucionales», recordaba ayer en Baigorri el propio Esparza.
A juicio del escritor y editor tafallés, fue un «acierto» hacerlo así, porque «con las instituciones no habría llegado tan lejos como ha llegado esta fiesta, con un carácter totalmente popular y ajeno a cualquier institución».
Las palabras de Esparza quedaron ayer totalmente ratificadas. Miles de personas de las «dos Navarras» volvieron a encontrarse en las calles de Baigorri, aunque muchas de ellas ya lo habían hecho la tarde-noche anterior en la iglesia del pueblo con motivo del concierto ofrecido por Oskorri y la Banda de Música de Berriozar, que tuvo un gran éxito. Además, fue un ejemplo de que las iglesias también son utilizadas para actos no necesariamente religiosos.
Junto a Josemari Esparza, otro gran «histórico» del Nafarroaren Eguna es Betti Bidart, gaitero de Baigorri muy conocido en Iruñea, Tafalla, Baztan y otras localidades y valles de Nafarroa Garaia. «A través de la música y la dantza hemos hecho allí muchas amistades, y nos gustaría que las nuevas generaciones siguieran por ese camino», comentaba ayer en un descanso de su actuación musical.
No obstante, el hermano del preso Filipe Bidart precisaba que no se trata de una jornada meramente folklórica, sino que también tiene un «significado cultural» y refleja que Nafarroa no es sólo la que existe bajo administración española.
«Este es un día para recordar que existe Nafarroa Beherea y para estrechar relaciones entre los navarros. Si ha pervivido durante treinta años, es precisamente -remarcaba Bidart- porque existe un sentimiento que nos une a los navarros de uno y otro lado. El objetivo es que esta relación no se limite a un sólo día, sino que se mantenga durante todo el año».
Relevo generacional
La jornada de ayer tuvo su acto principal a partir de las 11:45, cuando cientos y cientos de personas se apretujaron en torno al frontón-plaza de Baigorri. Primero intervinieron los jóvenes bertsolaris Patxi Iriart y Xabier Mateo, que personifican el relevo generacional que se está dando en torno al Nafarroaren Eguna. A las doce en punto, el sonido de las campanas se fundió con el de las esquilas de los ioaldunak, que abrieron paso a los gigantes de Burlata y de Baigorri. Estos últimos estrenaron nuevas figuras, junto a las ya conocidas de los bertsolaris Mattin y Xalbador.
A continuación desfilaron los Caldereros de Iruñea-Iruñeko Kauteak, makilaris txikis, el grupo de dantzas txiki Arrola, acompañado por la charanga de Uztaritz, y txistularis y trikitilaris de Iruñerria y Sakana.
Los irrintzis de Karmele Galarza anunciaron la intervención de la nueva presidenta de Basaizea, Argia Olcomendi, que también representa el relevo generacional en la sociedad encargada de organizar el Nafarroaren Eguna. Esta joven denunció a quienes «nos llaman racistas y terroristas por querer seguir viviendo en euskara», así como las redadas y multas que se vienen sucediendo contra abertzales de la zona.
Junto a una pancarta que denunciaba los montajes policiales, Olcomendi pidió la libertad de Xabier, Mizel, Pantxo y Cedric, así como de otros presos políticos alejados de Euskal Herria. También hizo un pequeño balance de estos treinta años de Nafarroaren Eguna, destacando sobre todo la «mayor concienciación» hacia el euskara y la importancia de mantener la transmisión de la lengua a las nuevas generaciones.
Su intervención, íntegramente en euskara, concluyó con `goras' a Nafarroa y Euskal Herria, tras señalar que «por encima de todas las trabas, el Nafarroaren Eguna es el Euskararen Eguna». Iriart y Mateo insistieron en esta idea en los bertsos que cantaron a continuación, para concluir los actos de la mañana con dantzas, que contaron con una nutrida participación popular.
Una manifestación a favor de los prisioneros vascos, en la que tomaron parte unas 1.500 personas, precedió a una multitudinaria comida preparada por las ikastolas de Donibane Garazi y Ortzaize, a la que siguió una animada sobremesa que se prolongó hasta bien entrada la tarde. El tiempo soleado que hizo durante casi toda la jornada ayudó a que el ambiente fuese todavía más festivo.
Aunque fue recordado en varias ocasiones que el Nafarroaren Eguna ha cumplido ya tres décadas de existencia, esta edición número 30 no tuvo una celebración especial. El programa se ajustó a lo que suele ser habitual todos los años, con música, dantzas, artesanos, herri kirola y venta de productos típicos de la tierra, todo ello en un ambiente sosegado y tranquilo.
Pero no siempre ha sido tan tranquilo. Josemari Esparza recuerda muy bien los años en que los gobernadores civiles «nos las ponían canutas para poder cruzar la muga, donde a los controles de la Guardia Civil había que añadir los de la Policía francesa».
«Lejos de asustar a la gente -rememora-, lo que hizo aquello fue incentivar más. Hoy ya es una fiesta asentada, y además con un gran peso político y cultural. En Euskal Herria no hay nada neutro, y menos la fiesta, el folklore y la cultura. Aquí todo tiene un trasfondo, y echando ahora la vista atrás, lo que sí está claro es que con aquellas primeras ediciones del Nafarroaren Eguna nos adelantamos en muchos años a la posterior eliminación de la muga».
Una hecho que se ha ido remarcando a lo largo de estas tres décadas, a juicio de Esparza, es que el Nafarroaren Eguna es una fiesta que cada vez implica a mayor número de vecinos de Ipar Euskal Herria.
«Al principio era una fiesta que hacíamos sobre todo los navarros de Hegoalde que veníamos a Baigorri, pero ahora es cada vez más una fiesta de Iparralde. Eso sí -matiza-, sigue siendo una fiesta muy navarra, en la que participamos sobre todo navarros de ambos lados de la muga».
«Sustrato abertzale»
Al igual que su amigo Betti Bidart, el editor tafallés también considera que la fiesta de Baigorri el último domingo de abril es algo más que folklore.
«Está claro que la mera existencia de Nafarroa Beherea, y la reivindicación de su unidad con Nafarroa Garaia, es algo que incomoda a la política oficial. No hay más que ver que a esta cita festiva no acude ningún político del estatus establecido. Aquí no se ven representantes del regionalismo español ni del vascongado. Fundamentalmente, es una fiesta que tiene un sustrato navarro en su sentido más amplio, un sustrato abertzale», constataba Esparza.
Así lo confirmaban también los comunicados repartidos entre los asistentes durante la jornada de ayer, en los que se recordaba, en euskara, francés y castellano, que «en 2012 se cumplirán 500 años de la conquista de Nafarroa Garaia por España», y que «108 años más tarde Francia absorbió lo que quedaba del reino pirenaico».