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La escena local compite con solidez en el Villa de Bilbao

Traspasada la mitad de la línea del Villa de Bilbao, el concurso constata que la escena vasca vive uno de sus momentos más variados y sólidos. De hecho, la edición número veinte, puede sacar pecho gracias a las excelentes propuestas que han llegado desde territorio local.

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P. CABEZA | BILBO

Con siete fechas aún por disfrutarse, más los dos días de las finales, el Villa de Bilbao continúa adelante con uno de los encuentros más equilibrados de su historia, al menos hasta el momento. Equilibrio que llega por el plus de calidad que ofrecen las bandas locales o, acaso, porque las formaciones externas han bajado su pegada. Se entiende como se entienda, lo cierto es que se prospera y liman diferencias.

En la primera jornada actuaron Mamba Beat, de Bilbo, y Supertrooper, de Donostia. Los primeros se aferran al funk, la música negra y el groove. Música caliente y bailable, ejecutada con calidad. Sólo un pero, buscarle alguna vuelta más a la estructura de las composiciones, algo previsibles. Supertrooper giran en torno al sonido rock de los setenta, con la singularidad de contar con dos vocalistas que lejos de abrasar optan por una línea melódica entre melosa y calmada, puro contraste con las guitarras y el ritmo de la banda.

Con la segunda jornada llegaron Las Culebras y Simca. Las chicas de Iruñea soltaron un set impecable. Hard-rock intenso para una de las mejores actuaciones del Villa. Hacía tiempo que no veíamos a los vizcaínos Simca, en otro tiempo absorbidos por el sonido B-Core y hoy más sueltos y libres, con el rock como credo y el evidente progreso a la vista. Excelente sorpresa.

La tercera sesión nos dejó a los locales Dynamo, de Getxo. Su actuación fue muy superior a la ofrecida días antes en Kafe Antzokia. Se percibe que van creciendo con suma rapidez y que con un poco más de tablas se van a convertir -y hasta donde el inglés se lo permita- en una de las formaciones más exportables de nuestra escena. Componen e interpretan con corrección y, además, su vocalista es todo estilo y facultades, aunque con el inconveniente de su excesivo parecido a ciertas bandas británicas muy evidentes.

La cuarta cita fue de puro contraste. De un lado los apacibles Sweet Oblivion, de Getxo, y de otro los oretarras Trigger Travis. Oblivion se decantan por el rock americano de finas guitarras, resolutivas por momentos, y delicadas armonías vocales próximas al tiempo vaquero. Rock y country-rock con mucha clase y buen acabado. Con Trigger Travis fue el tiempo de la perversión rítmica, pues la propuesta es extrema, voraz. Jarkore y metal de vieja escuela que no deja rincón sin vibraciones. El impacto es brutal, Marga es «viagra sonora» y la actuación global, difícilmente mejorable.

Para la sexta noche se contó con Los Carniceros del Norte, de Larrabasterra, Bizkaia. Reencuentro con el mejor rock gótico vía los primeros ochenta. Impecables. On Benito llegaron desde Bera, Guitarra (Joseba Irazoki) y batería siguiendo los ritmos del surf, el country, Hendrix, el viejo rock and roll. Trash miniatura primitivamente admirable.

La última jornada, hasta ahora, contó con los bilbainos Mirage. Apuntan hacia el post-rock, como suele ser común dentro del género, instrumental. Buenos músicos, todos, aunque sea su guitarra solista el más brillante y variado. Perfectos, intensos, pero una propuesta que llega con varios años de retraso y todo el estilo vendido.

QUINTO DÍA

La actuación de los bilbainos Billy Bao, más Xabier, de Bera, supuso la más controvertida de toda la historia del Villa. Agitación, dislate, locura, pérdida racional... Provocación y arte, el cielo y el infierno. Diez minutos de caos, punk extremo y ruido-arte. Nadie indiferente, todos activos.

Ficha

Fecha: Miércoles y jueves de cada semana.

Lugar: Bilborock. en Bilbo

Hora: 20.00 h.

Precio: Entrada libre.

La metálica mantiene su confusión

Lo previsible es que la escena musical cada día vaya a más, entre otras cosas por la acumulación de experiencias y el legado que va de padres a hijos, pero tampoco tiene por qué ser necesariamente así. No obstante, en Euskal Herria la progresión concuerda con la lógica de los tiempos, por lo que las propuestas locales cada día son más interesantes, variadas y sólidas.

De esta situación se beneficia el concurso Villa de Bilbao -un año más organizado impecablemente-, que ve como su presente edición mantiene un elevado nivel de calidad en su apartado pop-rock, en buena medida, gracias a la participación local, una de las más numerosas de su historia.

Donde las cosas no funcionan con la misma alegría es en el metal, donde el despiste también llega a las formaciones locales. De un lado se repiten estructuras agotadas y, de otro, se fusiona en exceso -perdiendo enfoque- en busca de salidas. Por el Villa han pasado Konter, Bioterror, correctos, y los iruindarras Dawn of the Maya, los más entonados, pero un punto por debajo de su álbum debut. P. C.

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