Maccabi se agarra a su segunda línea para ganar a un Siena de más a menos
MONTEPASCHI SIENA 85
MACCABI 92
Arnaitz GORRITI | MADRID
No hizo falta que Moisés separara el Mar Rojo. Sólo que Sharp, Bluthental y Eliyahu hicieran reaccionar al Maccabi para derrotar a un Siena que fue de más a menos hasta diluirse.
Los nervios, normales ante una animación superlativa en las gradas, pasaron factura en los primeros compases. Sin embargo, si algo quedó claro desde el inicio fue que los de Pianigiani tenían el libreto perfectamente memorizado. La defensa sobre Vujcic realizada entre Eze, Lavrinovic y el «actor secundario» Stonerook fue impresionante, ahogando al croata y, por ende, todo el juego israelí. En ataque, liderados por McIntyre, Siena aventajaba a Maccabi 20-8 al final del primer asalto.
No mejoraron las cosas para los macabeos en el segundo período, dado que la solidez italiana cortaba el ímpetu macabeo y doblaba a su rival 36-18. Zvi Sherf, desesperado, vio una técnica tras unas inútiles protestas.
Pese a todo, el Maccabi no tiraba la toalla y, después de apretar un poco en defensa y la buena aparición de Eliyahu -sorprendentemente con muy pocos minutos en la presente campaña- y dos triples de Morris y el «abuelo» Sharp, el marcador se estrechó 38-28 y 40-31. No es, pues, cosa baladí acallar a la ruidosa -y enojosa- hinchada israelí, pero McIntyre -16 puntos al descanso- lo logró cuando el Maccabi empezaba a achuchar mediante un triple de antología. Tras el último minuto, Montepaschi campeaba en el luminoso 45-33.
La reacción de Maccabi
El regreso a la cancha fue testigo de cómo el partido cambiaba un poco de aires. McIntyre empezó a perder el norte con sus triples y Stonerook cometió su cuarta falta. Además, Sharp dio aliento a los suyos con dos triples. Un Pianigiani muy enojado debió pedir tiempo muerto con 57-49.
Y es que Maccabi empezó a sumar de tres en tres y Montepaschi, si sumaba, era de uno en uno. A falta de diez minutos, todo estaba por decidir: 64-61.
Bluthental empataba a 64, y los triples italianos no entraban. La iniciativa era de Maccabi y con 66-68, Pianigiani paró el juego antes de que fuera tarde.
Thornton y McIntyre aceptaron el reto triplista del Maccabi y, con la ayuda de Lavrinovic, empataron a 78 a falta de 2.10. Un «dos más uno» de Bynum, más un alley oop de Morris decidieron el choque a favor de Maccabi.
Después de haber sufrido tanto para llevarse la victoria, Zvi Sherf, el veterano técnico de Maccabi, entraba en la sala de prensa con el rictus alegre, pero con más cara de alivio que de deber cumplido. Por tanto, no sorprendió que sus primeras palabras fueran de elogio para el Montepaschi de Siena.
«El Montepaschi es un gran, gran equipo que está organizado de maravilla. Ellos prepararon a la perfección este partido y por eso nos costó tanto ganar. Sobre todo en el primer cuarto, jugamos fatal, con toda la presión encima y, aunque mejoramos el ataque del segundo período, mis jugadores se hallaban tristes al descanso», confesó el técnico hebreo.
El juego de sus «segundos espadas» resultó clave en su alocución. «Los interiores de Siena, Stonerook y Lavrinovic, suelen abrirse y ahí sufrían Batista y Vujcic, mientras que Eliyahu, Bluthental y los defendían mejor. Por otro lado, Sharp ha demostrado ser el mejor triplista y, además, nos ha dado ritmo defensivo, mientras que Alex García ha sabido aprovechar sus tiros abiertos»
Sobre la final, Sherf fue claro y lacónico. «Ahora hay que descansar, callarse y preparar la gran final».
Simone Pianigiani era, obviamente, la otra cara de la moneda. Según su opinión, «hemos empezado muy bien en defensa, pero a partir del tercer cuarto perdimos nuestro ritmo; hemos dado facilidades en los desajustes de defensa y, aunque nos hemos vuelto a meter, Maccabi ha anotado todos los tiros clave. ¿Qué le vamos a hacer? Aunque esté triste, debemos estar orgullosos», dijo.
A. G.