Jorge Gómez Barata 2008/5/2
El hambre de cada día...
Insurgente
(...) Tratar el hambre mundial desde una óptica tecnocrática es falsear los datos de la ecuación, abordarla como un problema coyuntural es un error, combatirla como un hecho aislado un esfuerzo infructuoso y crear la ilusión de que los donativos son la solución, una cortina de humo. El hambre es un defecto estructural de la economía mundial y únicamente se resolverá con modificaciones esenciales realizadas en esa escala. (...)
Se trata de un diabólico círculo vicioso: la pobreza y sus inevitables compañeras, el hambre, las enfermedades y el analfabetismo están asociadas al subdesarrollo, a su vez derivado de la estructura adoptada por el mundo moderno. La historia comenzó cuando Europa asumió el saqueo del planeta como forma de obtener recursos para su desarrollo capitalista, proceso que condujo al actual estado de cosas.
La única manera de que las elites gobernantes de países que como España y Portugal andaban en alpargatas dominaran «un imperio en el que nunca se ponía el sol» era mediante la creación de estructuras de dominación basada en la fuerza, la ignorancia y la fe, para lo cual contaron con la complicidad de la Iglesia. (...).
Nadie debe hacerse ilusiones. No será en Washington ni en Madrid, como tampoco en Bruselas ni en Londres donde se gane la batalla contra el hambre y la pobreza. Nadie debe esperar que los ricos y los gobernantes que cuidan sus intereses depongan sus mezquindades para mitigar el hambre o sanar las llagas de los pobres y, a pesar de la buena fe que la asiste, no será la ONU quien resuelva el drama de la pobreza y el hambre.
La tarea corresponde a los hombres de pensamiento avanzado, a los reformadores sociales y a los revolucionarios que resueltamente se ponen al frente de sus pueblos (...). Combatir a Chávez, hostigar a Rafael Correa, acorralar a Evo Morales y buscar defectos en la obra de Fidel Castro equivale a trabajar para matar la esperanza de los pobres y los hambrientos.