El Ejército estadounidense bombardeó ayer el hospital Al Sadr de Sadr City, bastión chiíta en Bagdad, hiriendo a una veintena de personas. El ataque aéreo, que se produjo a media mañana, destrozó varias ambulancias aparcadas y provocó el pánico entre los empleados y pacientes del centro sanitario, situado a una distancia considerable de la zona donde milicianos mantienen duros enfrentamientos con tropas estadounidenses e iraquíes. El Ejército confirmó esta incursión, pero la justificó diciendo que el objetivo era «un puesto de elementos criminales» y que ya «evaluarían» los daños. Un pabellón ubicado a una decena de metros del hospital y que, al parecer, servía para acoger a familiares de las personas fallecidas antes del traslado de los cadáveres a las ciudades santas chiítas quedó enteramente destrozado por las bombas. Las instalaciones quedaron reducidas a un montón de ladrillos y restos de hormigón.

«Es un crimen. Pretenden destruir las infraestructuras del país. Quieren impedir que los médicos trabajen y la llegada de alimentos», denunció Ali Bistan, un responsable del Ministerio de Sanidad, que se trasladó al lugar para comprobar in situ el alcance del bombardeo. «Los americanos dirán ahora que se trataba de un depósito de armas», remarcó con indignación.

Según relató a AFP todavía bajo estado de shock el encargado del hospital, Alaa Mohammed, cazas estadounidenses lanzaron cinco bombas delante de la puerta del hospital. Indicó que 14 ambulancias sufrieron graves daños y que hubo una veintena de heridos, entre los que había mujeres y niños. La carretera resultó perforada en varios tramos y los pasillos de un edificio que albergaba los dormitorios del personal médico quedaron cubiertos de cristales y cables, lo que evidencia la potencia de las municiones utilizadas.

Por otra parte, el Ejército de EEUU dijo que había matado a 14 milicianos del Ejército del Mahdi. Por la mañana, se podían escuchar esporádicas ráfagas de armas automáticas y el contraataque de los helicópteros estadounidenses.