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La abadía de Mont Saint-Michel celebra sus trece siglos de historia

Cultura, fe y tradición se unen en las conmemoraciones del decimotercer centenario de la abadía de Mont Saint-Michel, que arrancaron el Primero de Mayo y no cejarán hasta finales de 2009. Más de tres millones de personas visitan cada año esta proeza de la arquitectura, plenamente fundida con la isla sobre la que se asienta.

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Dunia RIERA

Cuenta la leyenda que fue el obispo Aubert quien, siguiendo los deseos del arcángel San Miguel, que se le apareció hasta en tres ocasiones, decidió en el año 708 construir un santuario en este promontorio rocoso situado en la bahía en la que desemboca el río Couesnon. El promontorio, llamado entonces Mont Tombe, venía siendo utilizado con fines espirituales ya desde épocas prehistóricas.

En la actualidad, Mont Saint-Michel, en el departamento de Manche, Baja Normandía, muy cerca de la frontera con Bretaña, de la que en otro tiempo formó parte, está considerado uno de los monumento más visitados del Estado francés. De hecho, sólo lo superan en ese ránking la Torre Eiffel y el Palacio de Versalles.

«Es un lugar único, que destaca por la belleza arquitectónica y natural que lo rodea, por su buen estado de conservación y por el reto humano que supuso construirlo», dice el padre François, un portavoz de la comunidad de monjes del santuario.

Más de tres millones de personas de todo el mundo se acercan cada año a observar la estatua de Saint Michel que, a 170 metros de altura, corona el templo. «Hay que recordar que esto, más que un destino turístico, es un lugar de peregrinaje», destaca el monje, interesado en recalcar que, por encima de otro tipo de atractivos, el paraje tiene una «dimensión simbólica» que «sobrepasa al hombre», aunque éste «no sepa expresarlo».

Mont Saint-Michel está en obras desde hace dos años para devolverle el carácter insular que, con el tiempo, la arena acumulada a su alrededor, como consecuencia de la construcción de una serie de diques, ha ido difuminando. La parte más notable de estas obras será la sustitución de la carretera que en la actualidad une Mont Saint-Michel a tierra firme por una pasarela «más blanda», que permita la libre circulación del agua por debajo. Precisamente, las espectaculares mareas que en pocas horas transforman un peñón aparentemente situado en tierra firme en una isla alejada varios kilómetros de la orilla se encuentran, sin duda, entre los principales atractivos del paraje.

Las conmemoraciones del decimotercer centenario arrancaron el Primero de Mayo con una misa solemne oficiada por el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París.

Para los visitantes más atléticos, una marcha a pie saldrá el 11 de mayo del templo y, hacia el norte, recorrerá 44 kilómetros de costa, mientras que del 27 al 29 de septiembre excursionistas de diversos países de Europa llegarán al santuario por los «caminos de Saint Michel».

Una exposición de más de 150 fotografías de Jean Michel Guillaud dará testimonio, del 2 de junio al 11 de noviembre, de las once montañas sagradas que, como Mont Saint-Michel desde 1979, están consideradas patrimonio mundial por la UNESCO. La muestra se centrará en cuatro ejes principales: la ascensión de los peregrinos a estos lugares, su entorno excepcional, la vida y los ritos de los hombres y la arquitectura integrada en las rocas.

El 28 de septiembre, vigilia de San Miguel, se celebrará otra misa solemne y, el 16 de octubre, un oficio conmemorará el aniversario de la consagración de la «primera iglesia».

Guerreros bretones capitaneados por Guido de Thouars incendiaron en 1204 ese templo original, que fue sustituido 24 años más tarde por el monasterio normando de las Maravillas, financiado por el rey Felipe Augusto II.

En 1622, miembros de la heterodoxa congregación de San Mauro convirtieron por un tiempo el enclave en centro de estudios científicos y también esotéricos.

En la época de la Revolución Francesa la abadía empezó a servir de prisión y lo siguió siendo durante más de cien años, hasta que varios intelectuales, entre ellos el escritor Victor Hugo, pidieron su clausura, concedida por decreto imperial en 1863.

Uno de los eventos más esperados de las conmemoraciones es el festival «Trece siglos entre cielo y mar», que tendrá lugar del 17 al 27 de julio y en el que cantantes y artistas cristianos «darán testimonio de su fe» con conciertos y exposiciones de obras plásticas.

Conferencias, talleres y visitas nocturnas completan la lista de actos, que se cerrará el 16 de octubre de 2009, día en el que la abadía cumplirá 1.301 años.

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