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Raimundo Fitero

El retorno

Los concursos televisivos nos retratan. La edad mental de las cadenas se manifiesta en sus concursos. Vean al mediodía ETB-2, y comprenderán el aserto anterior. Pero además de la edad mental, no de la cadena, sino de sus responsables de programación, los concursos marcan las eras de la evolución televisiva, por lo que cuando nos encontramos con un regusto por el pasado más pasado, quiere decir que no encontramos en un retorno. Un viaje hacia atrás que debemos esperar a ver si hay suficiente audiencia para acompañarles.

En ocasiones, y dada la vertiginosa capacidad del invento para deglutir formatos y maneras, son pasado, pero de ayer mismo, pero otros son de un pasado remoto, de cuando el invento solamente era una realidad tangible, visible y de masas en determinadas zonas del universo y no se habían globalizado ni las barbaridades austriacas, ni las elecciones bolivianas ni siquiera los triunfos merengues, que en la CNN Internacional, la genuina, en inglés, desde la once de la noche del domingo era una noticia sobreimpresionada que Raúl iba a vestirse con la rojigualda para estropear el tráfico en la plaza dedicada a la diosa Cibeles.

Estaba pensando que en Cuatro, con el subidón tomado con «Fama ¡A bailar!» que realmente les ha ido bien y ha tenido nivel, que vuelven ahora con los jóvenes, que están en una nueva edición de «Supermodelo», en esta ocasión con un soporte publicitario magnífico, un crucero de alto nivel, que es una pasada en sí mismo, y en donde compiten chicos y chicas acompañados por un equipo de profesores con acento francés, para darle un poco de charme y que parezca más chic, aunque sea, lo que ses, es una cutrez envuelta en celofán.

Decía, pues, que han colocado otro concurso, esta vez con un nombre mítico «El gran Quiz», que forma parte, su original americano, de la historia de los apaños, y que entre otras buenas novedades está encontrarse con aquel niño memorión y repelente llamado Carlos Blanco que salía en «Crónicas marcianas», y que ahora ya es un hombre, sabio y muy simpático. En este caso es un retorno al clasicismo televisivo, al esfuerzo memorístico, una forma menos espectacular, pero muy familiar de enganchar.

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