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Un país azotado antes y después del Nargis

Myanmar vuelve al primer plano de la actualidad internacional. El motivo de esa rentrée que, como para cualquier país en desarrollo, será a buen seguro efímera, no está relacionado con un eventual anuncio del final del estado de excepción de facto bajo el que la Junta Militar mantiene al país desde la revuelta de 2007, o con la apertura de un cambio político a la altura de las necesidades no ya de las potencias occidentales o de los influyentes vecinos orientales de Myanmar sino de los 60 millones de habitantes de un país sumido en la pobreza. Y ello pese a disponer de reservas energéticas que satisfacen las crecientes demandas de China y se explotan a través de petroleras como la Total francesa y la Chevron estadounidense.

La pomposamente bautizada como «revolución azafrán» -por el color naranja de los hábitos de los monjes- fue un aire pasajero en un país cuya historia se nutre de revueltas constantes y cruel represión. Sin embargo, de aquellas protestas por la carestía de la vida partió el proyecto que la Junta Militar prevé someter a referéndum este sábado. Esa reforma constitucional que se plantea sin contar con la oposición puede permitir a la Junta vender ciertos aires de apertura, siempre en el ánimo de seguir en el poder.

Los preparativos hacia esa consulta se han visto bruscamente interrumpidos por el paso de ciclón Nargis. El viento y la lluvia parecen multiplicar su fuerza cuando azotan a regiones en que las personas carecen de lo más esencial. Así un fenómeno natural, habitual en la zona, deja miles de muertos. Es posible que este ciclón merezca atención diferente por tratarse de Myanmar y de un régimen hostil a Washington. Sin embargo, con gobiernos o regímenes de otro color como Bangladesh, India o Pakistán los balances ante desastres naturales no serían muy diferentes. Myanmar precisa hoy de ayuda urgente y que ésta alcance a quienes la precisan. Sin embargo, antes y después de este ciclón la tarea global pendiente es impulsar un modelo de relaciones internacionales más justo e igualitario.

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