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Raimundo Fitero

Bronceados

He llegado a un conclusión tan idiota como algunas homilías o comunicados gubernamentales: el bronceado por rayos uva es perjudicial para la salud mental. Pueden hacerse matizaciones porque a estas alturas del año, en según que zonas, el bronceado que lucen algunos de los habitantes de las televisiones puede ser mixto, e incluso, por los anuncios que así nos lo recuerdan de manera muy sugerente, se puede adquirir el tono marrón a base de cremas que actúan sin necesidad de otros incentivos externos. Por lo tanto, el bronceado no es un signo de salud, sino un mito de la apropiación de la belleza como un hábito de consumo.

Alguien tenía que decirlo. Y decirlo, precisamente ahora, en la circunstancia histórica en la que ni Zaplana ni Acebes van a estar permanentemente en nuestras pantallas anunciando el apocalipsis. Ahora tenemos a otros y otras, pero se resguardan del bronceado. No como los antes anunciados o algunos artistas en plena decadencia que parecen que se han dejado en los botes de crecepelo, en los tintes de taparse las canas a brochazos y en las camillas de rayos cruzados media vida, muchas de sus plusvalías y la totalidad de su inteligencia y así se nos presentan como seres con demasiados truenos en sus cabecitas. Cuando veamos a alguien luciendo estos bronceados tan abrasivos, pensemos que antes que al oncólogo acabarán en el sicólogo. Y que nadie piense que los focos de los platós además de iluminar y calentar, broncean. Llegan ya bronceados y con las neuronas achicharradas. Estos bronceados son signos externos de la estulticia.

Debería dar referencias concretas de este trabajo de campo, pero dada la cantidad de lugares en donde me aparecen los bronceados, tanto en pasiva como en activa, diría que se trata de una descomposición de la pigmentación que abarca a demasiados pobladores ya sean de plantilla, subcontratados, colaboradores y muy especialmente invitados con caché, pero que si nos vamos acercando a la tarde-noche, y en los lugares más cercanos a las vísceras, es donde más se detectan. Los más detectables e incluso más subrayados son los de ellos, pero a ellas también les afecta, aunque con otras consecuencias no tan obvias.

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