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Analisia | Por qué hay que declararlo bien cultural calificado

El Muelle de Hierro de Portugalete, gran obra de ingeniería portuaria

 Sorprende la pereza de las instituciones, que tenían que haberlo declarado hace tiempo elemento monumental. Solamente tiene un reconocimiento como elemento singular en el PERI del Casco Histórico de Portugalete.

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Iñaki URIARTE Ingeniero

Al inicio del I Congreso de Ordenación del Territorio, organizado por el Colegio de Ingenierios de Caminos, Canales y Puertos, el arquitecto Iñaki Uriarte glosa la importancia del Muelle de Hierro de Portugalete, para el que solicita la declaración de Bien Cultural.

Hace poco más de 120 años, el 12 de septiembre de 1887 se inauguró la obra pública más trascendental para la navegación por la Ría del Ibaizabal: el Muelle de Hierro de Portugalete. Al final de la misma, acompañando su desembocadura en la margen izquierda se encuentra un muelle de encauzamiento, más propiamente un dique, al que, quizá, no se le reconoce suficientemente su decisiva importancia en la historia de la Ría.

La buena situación de Bilbao como puerto fluvial interior en un estuario de 14 kilómetros se contradecía con su peligrosidad por las cerradas curvas de Axpe y Elorrieta, los fondos bajos de cantos rodados o «churros de Olabeaga», pero especialmente debido a la temida «barra de Portugalete», una legendaria y arriesgada barrera transversal de bancos de arena móviles.

El Gobierno había permitido en 1871 la creación de una Junta de Obras que pudiera acometer las obras de reforma que el puerto requería. La guerra civil carlista paralizó su formalización, pero una vez terminada se organizó la primera Junta del Puerto y poco después, se nombró Director facultativo de las obras al ya entonces reputado ingeniero Evaristo de Churruca Brunet (Izu, 1841- Bilbao, 1917). Era preciso resolver los gravísimos problemas de naufragios y bloqueo de la Ría cuyo tráfico portuario mayoritario, la exportación de mineral de hierro, constituía un proceso económico fundamental. En invierno era muy difícil rebasar la barra; entre noviembre de 1875 y febrero de 1876, más de 200 buques quedaron atrapados sin poder salir. En cualquier ocasión debían aprovecharse las mareas vivas, unos ocho días al mes, pero tampoco podían hacerlo los buques con más de 4 metros de calado o bien tenían que cargar con menor capacidad. Cuando arribaban necesitaban descargar y transbordar las mercancías a gabarras que llegarían a los muelles del centro de Bilbao arrastradas mediante tracción humana por el conocido «camino de sirga» a lo largo de la margen derecha. Churruca, como resultado de de su experiencia e intuición, de exhaustivos y rigurosos estudios analizando todas las obras realizadas en la Ría desde el siglo XV, concibió una disposición que encauzara, reconduciendo, aprovechando la fuerza natural de la corriente para lograr el autodragado de la barra.

Las obras comienzan en abril de 1881. El dique se inicia tangencialmente en el extremo del antiguo muelle de Portugalete, junto a la desaparecida torre de señales del Piloto Mayor de Barra. De 800 metros de longitud y levemente curvo, con un radio de 3.000 m. y su concavidad hacia la Ría en su parte final para favorecer que el fluir de la corriente hacia la izquierda pudiera abrir un cauce más profundo y estable. Su extremidad quedaría 50 m. mar adentro de la posición más avanzada que se había conocido en la barra exterior de la curva de nivel 6 m. Durante las obras se decidió la ejecución de los últimos 200 metros con bloques de hormigón en masa de cemento Portland de 27 toneladas, al estar más expuesto a los temporales y para resistir el choque de buques, como solía ocurrir.

Se construye a partir de un profundo basamento de escollera extraída de las canteras de Axpe en Erandio, hasta el nivel de bajamar equinoccial como dique semisumergido y una base maciza de hormigón de 4,2 m de altura, hasta el de las pleamares para encauzar la corriente. Esta infraestructura era la parte esencial de la obra.

Los trabajos se desarrollaron desde 1881 hasta 1887. Al finalizar se consiguió un canal constante de 80 metros de anchura con profundidad mínima de 4,58 metros en bajamar, y en pleamar el paso de buques de 7 m. de calado, 90 metros eslora y 3.500 T.

Fue la primera gran obra de ingeniería portuaria que permitiría la navegación en cualquier marea, de una numerosa serie de proyectos que transformaron el sinuoso cauce natural de la Ría en un curso más rectificado, curvilíneo y encauzado. Un dato relevante: en 1878, el movimiento total de mercancías del puerto era de 1.981.000 toneladas y al finalizar en 1888 pasó a 4.625.280.

En el inicio de la nueva estructura, al final del muelle viejo, actual Muelle Churruca, se colocó una singular pieza: el Mareómetro. Se construyó en 1883 y posee una aguja que indica la altura de la marea en cada momento. Abandonado durante mucho tiempo, fue finalmente restaurado y reinaugurado en 2000.

El Muelle de Hierro es una construcción interesantísima, avanzada, precisa, perfecta y patrimonialmente un bien cultural. Mantiene en correcto estado elementos originales como la barandilla, algo diferente de la tradicional de la Ría, sí como las características farolas de fundición. En la actualidad el muelle queda desvirtuado en su sentido espacial por el edificio anexo junto a su inicio y recobra su magnífica presencia un poco más adelante hasta su final. Sorprende, una vez más, la pereza cultural de las instituciones para haberlo declarado hace tiempo elemento monumental. Solamente tiene un reconocimiento como elemento singular sin ninguna distinción especial en el PERI del Casco Histórico de Portugalete. Años después, el Ministerio de Cultura español se dirigió al Gobierno Vasco para recomendar su adecuada catalogación.

Por su relación con el urbanismo, la navegabilidad y su proximidad, a 465 metros, es necesario vincularlo con el Puente Transbordador Bizkaia, de 1893, la magnífica gran puerta de hierro de Bilbao a la mar. Si el Puente, que solemniza el paisaje fluvial, representa el dominio transversal de la Ría, el Muelle de Hierro, la victoria sobre la corriente fluvial, supone el dominio longitudinal. Pocos puertos en el mundo poseen dos estructuras de tanta importancia histórica, trascendencia tecnológica y en la actualidad valor y categoría de Bien cultural. El Muelle de Hierro es la expresión estructural sencilla y bella de una sabiduría marítima resuelta con una refinada ingeniería.

A finales del año pasado se recuperaron los esbeltísimos pilares metálicos suprimiendo el hormigón que los ocultaba. Para completar la obra sería necesario eliminar la capa de hormigón del suelo, con lo que se aliviaría el peso y restablecer el pavimento de madera, ya que en la actualidad las condiciones marítimas son mucho más favorables. Y restablecer los arriostramientos entre pilares al menos los longitudinales.

Sería una iniciativa muy interesante que la Autoridad Portuaria de Bilbao pudiera plantearse definitivamente ya una restauración científica e integral de todo el muelle. Dado su gran uso popular como pasillo sobre el agua su costo económico sería una sensata inversión social y un logro cultural. El Muelle de Portugalete es un memorable símbolo para la eternidad y la humanidad en una Ría de Hierro.

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