El título en castellano evoca al mayor éxito obtenido por Cameron Díaz como actriz de comedia, hace diez años en la divertida «Algo pasa con Mary», de los hermanos Farrelly. Es un aviso para navegantes, para que todos aquellos espectadores que pasen por taquilla sepan que van a ver a la Cameron Díaz más gamberra, esta vez en compañía del joven Ashton Kutcher, que gusta a las mujeres mayores que él, a juzgar por su unión sentimental en la vida real con Demi Moore. Pero sus respectivos personajes en «Algo pasa en Las Vegas» comparten una fobia común hacia el matrimonio, pues sólo les interesan las relaciones de una noche y odian cualquier compromiso. Sin embargo, ambos serán traicionados por su espíritu juerguista, al vivir un fin de semana loco en la ciudad del juego y del pecado, según dicen los norteamericanos. A Las Vegas además de a jugar y a pecar, se suele ir a casarse, porque es la capital mundial de las bodas rápidas. La cuestión es que Cameron y Ashton se despiertan en la habitación del hotel con una resaca de campeonato y, lo que es peor, con sendos anillos de compromiso en sus dedos. En plena borrachera firmaron un contrato de matrimonio, acción irresponsable de la que están absolutamente arrepentidos. Para terminar de complicarlo todo, sin saber cómo, uno le da al otro una moneda y alguno de los dos la introduce en la ranura de una máquina tragaperras, obteniendo un premio de tres millones de dólares. De regreso a casa, el juez no acepta la anulación del casamiento y les retiene el dinero ganado en el casino, a no ser que demuestren que son capaces de convivir en pareja y compartir sus bienes. Lo que sigue recuerda a «La guerra de los Rose».