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Xabier Silveira Bertsolari

Cumpleaños en la cárcel

Ya es hora de que cada cual asuma la responsabilidad de movilizar a su entorno para poner en marcha una dinámica que desemboque en el reconocimiento de todos los derechos que corresponden a nuestros amigos y familiares encarcelados

Entre Ocaña y Valdemoro -o, si se quiere, entre Villaconejos, Tembleque, Cabezamesada y Chinchón- alguien cumplía ayer 31 años. En un lugar en el que el tiempo no pasa pero se va ante tus propios morros, entre barrotes asesinos rodeados de muros fríos y mudos que esperan su oportunidad para no dejarte escapar, no dejarte salir ni siquiera a respirar. En un parador nacional, vaya, para que nos entendamos. Y que quede claro que no es lo mismo parar que estacionar; por si acaso.

Pero continuemos, pues tenemos prioridad de paso pese a no circular por la derecha. Leí en boca de uno de mis ídolos que el humor no cambia la sociedad, pero ayuda a hacer más llevadero el sufrimiento de vivir como vivimos. Extraño, como poco, que no se reconozca a sí mismo el mérito de ser espejo de la inmensidad liliputiense; extraño que se niegue a sí mismo la caricia que le debería suponer el reconocerse ejemplo para muchos a los que él precede, esos muchos a los que con su puto humor nos a hecho ver que se puede ser grande y pequeño a la vez sólo con ser quien se es. Que la lucha es el camino en todas las facetas de la vida, que la pelea diaria es la única manera de ser libre cada mañana al despertar, y que esa lucha, esa pelea, sin humor no se puede llevar a cabo. Ni sin amor.

Humor y amor, pues, bon, bon. Entre Colmenar de Oreja, Yepes, Borox y Pantoja, 31 años cumplidos. Hay que joderse con el epicentro de ese sitio, lugar, paraje o como queráis llamarle. Lleva por nombre Aranjuez. Si te escapas de ahí, ¿a donde vas a ir? Di que a una mala puedes esperar a que pase un taxi, ¿no? O el autobús de línea que lleva a Vaciamadrid -que, como su propio nombre indica, es un municipio cercano-. Todo puede ser, nada es imposible dentro los límites que marcan Villasequilla, Huerta de Valdecarabanos, Villaluenga de la Sagra, Alameda de la Sagra, Numancia de la Sagra y Cubas de la Sagra. Lugar sagrado para un cumpleaños sin Saski-Zar. Treinta y uno, en la puta cárcel. Y como él 750. Dos cumpleaños al día cada año. ¿Cantarán «Zorionak zuri» o cantarán «Cumpleaños feliz»? ¿O la de «porque es un muchacho excelente...»? Si cantan, será suficiente. De la misma forma que no es nunca suficiente limitarse a cantar, escribir, componer, actuar, recitar, hablar o pregonar para que de una vez por todas les vayamos cantando los bertsos de ongi etorri a todas y cada una de las prisioneras y prisioneros de guerra que secuestraron los colonos mediante sus terroristas uniformados y pagados con impuestos que nosotros mismos acatamos. Ya es hora de que cada cual asuma la responsabilidad de movilizar a su entorno colectivo para poner en marcha una dinámica de movilización amplia y plural que desemboque en el reconocimiento de todos los derechos que corresponden a nuestros amigos y familiares encarcelados. La resolución del conflicto pasa por ahí, si no es su punto de partida. Zorionak, Ittur, puto Krak! Egun bat berandu ez da hain berandu, ez?

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