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Décimo ochomil de la tolosarra

Pasaban regresa «orgullosa y aliviada» del Dhaulagiri

La alpinista guipuzcoana ya ha regresado a casa y aprovechará el verano para preparse para su próximo reto, el intento de ascenso al Manaslu en setiembre

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GARA | DONOSTIA

La alpinista Edurne Pasaban ya está en casa de regreso del Dhaulagiri, donde coronó su décimo ochomil, convirtiéndose en la tercera mujer del mundo que consigue la decena de picos de más de ocho mil metros. A su llegada al aeropuerto de Barajas en un vuelo procedente de Tailandia, la tolosarra señaló que se encontraba «orgullosa y aliviada» tras hollar la cumbre y relató que la ascensión ha sido un trabajo duro, ya que había que terminar la expedición rápido por el clima.

Tras destacar que es una montaña difícil, recordó que intentó por primera vez alcanzar la cima del Dhaulagiri en 1998 y reconoció que «ahora pienso: «¿a dónde iba yo entonces?». Era una ilusa. Una montaña así. Hemos encontrado mucho hielo y unas condiciones muy duras».

Ahora Pasaban tiene previsto descansar durante el verano, mientras sigue entrenado para afrontar su próximo reto, la ascensión a Manaslu, en Nepal, que afrontará en setiembre. Se trata de una de las cuatro cimas que de momento no figuran en su extensa lista de cumbres.

Hasta el momento la montañera vasca ha alcanzado las cimas del Everest (8.848m.) en 2001; Makalu (8.035m.) y Cho Oyu (8.201m.), en 2002; Lhotse (8.516m.) y Gasherbrum I (8.163m.) y II (8.035m.), en 2003; K-2 (8.611m.) en 2004; Nanga Parbat (8.125m.) en 2005 y Broad Peak (8.047m.) en 2007 y Dhaulagiri (8.167) en 2008.

Le restan cuatro colosos para cumplir su sueño de ascender las catorce cimas más altas del mundo: Shisha Pangma (8.046m.), Annapurna (8.091m.), Manaslu (8.163m.) y Kangchejunga (8.586m.).

Por su parte, su compañero de ascensión, el ecuatoriano Juan Vallejo, ha pasado con esta última ascensión a integrar el selecto grupo de los ocho montañeros que han escalado las catorce cimas más altas del mundo sin oxígeno artificial. Vallejo expresó su «alivio, felicidad y gratitud» tras ascender la cima del Dhaulagiri, algo que ya había intentado sin éxito en dos ocasiones anteriores.

«El año pasado además murieron un par de amigos y esos antecedentes te predisponen para que vayas más preocupado. He tenido muy mal el estómago por los nervios, ya que es una montaña compleja», señaló el alpinista ecuatoriano.

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