Viernes 2 de mayo de 2008. Fecha clave en el aniversario de la mal llamada guerra de la independencia española. Habla Esperanza Aguirre: «Si los españoles se rebelaron contra Napoleón fue precisamente porque ya tenían conciencia de que España era una nación, de que era una gran nación y por eso no podía soportar que nadie le impusiera su voluntad». En 1808 las cosas estaban como estaban, entre otras razones, porque los Borbones, movidos por sus ambiciones y rivalidades, habían abierto la puerta al corso Buonaparte. Pero aun así Juan Carlos Borbón hablaba de «Dos siglos al cabo de los cuales, de la mano de la Corona, han prevalecido los mejores propósitos de quienes nos precedieron, la realidad de una Constitución estable que ordena y protege nuestra convivencia, una idea moderna de España concebida como una sociedad de ciudadanos libres e iguales».

Sábado 3 de mayo, Tafalla. Llega el Autobús de la Memoria, una iniciativa para «difundir la memoria de aquellas personas que tras el golpe de 1936 fueron castigadas por no comulgar con el fascismo triunfante». La Guardia Civil no falla a la cita, pero no ha venido para pedir perdón, pese a su papelón en las matanzas que siguieron al 18 de julio. Vienen a recordar a todo el mundo que vivimos «en sociedad de ciudadanos libres e iguales».

Lunes, 5 de mayo. Toma posesión de su cargo la flamante delegada del Gobierno español en Nafarroa. En el futuro Elma Sáiz mandará -es un decir- a los guardias civiles y policías, que seguirán haciendo lo mismo que hasta ahora. Pero, como destacan los medios de comunicación, es una mujer joven, moderna, que habla de poner freno a la violencia machista y de respetar todas las ideas y las identidades. Todo muy progre y guay, estilo Zapatero. Al asumir su responsabilidad ha jurado su lealtad al rey. ¡Lealtad al rey, como si estuviéramos en el siglo XII!

Sábado 10 de mayo, inauguración del Parque de la Memoria en Sartaguda. En 1936, los fascistas liquidaron la república e instauraron una sangrienta dictadura que años más tarde decidió restaurar la monarquía borbónica. Esa misma monarquía a la que algunos que se dicen progres juran ahora lealtad.