Crisis en Líbano
El Gobierno pro-occidental se ve obligado a recular ante Hizbulah
Acosado por las milicias de la oposición chiíta, y presionado por la Liga Árabe, el Gobierno pro-occidental ha tenido que anular oficialmente las medidas que tomó contra Hizbulah, y que provocaron un recrudecimiento de la crisis que a punto estuvo de abocar a Líbano a una nueva guerra civil. Tras la marcha atrás, la Liga Árabe anunciaba un principio de acuerdo sobre la elección de un presidente, un gobierno de unidad nacional y una nueva ley electoral.
GARA | BEIRUT
La Liga Árabe anunció un principio de acuerdo entre las fuerzas que sostienen al Ejecutivo pro-occidental y la oposición para dar una salida a la grave crisis política que aqueja al país de los cedros desde hace 18 meses.
Poco antes, a última hora de la noche del miércoles, el Gobierno anunció oficialmente la anulación de las dos decisiones tomadas contra Hizbulah, concretamente la apertura de una investigación sobre la red de comunicación creada por esta organización chiíta y la destitución del jefe de seguridad del aeropuerto de Beirut. Ambas decisiones, tomadas en vísperas de una huelga general contra la política neoliberal del Ejecutivo, fueron interpretadas como una «declaración de guerra» por el máximo líder de Hizbulah, jeque Hassan Nasrallah, y provocaron la toma bajo control por parte de su milicia de los barrios sunitas -pro-gubernamentales- del oeste de la capital y el bloqueo del aeropuerto.
Los enfrentamientos se extendieron por todo el país y causaron un centenar de muertos.
Tras entrevistarse con los líderes de los distintos grupos comunitarios (y políticos) libaneses, la delegación de la Liga arrancó un compromiso de principio para reanudar el diálogo, que tendrá lugar en Qatar, país del Golfo Pérsico que lidera la mediación.
La iniciativa de la Liga Árabe prevé la elección del jefe del Ejército, el cristiano Michel Sleimane, para cubrir el actual vacío presidencial tras la salida en noviembre de 2007 del ex presidente Emile Lahud, la formación de un gobierno de unidad y una nueva ley electoral.
El número dos tras Nasrallah al frente de Hizbulah, el jeque Naim Kassem, señaló que «el hecho de que el Gobierno haya dado marcha atrás supone, sin duda alguna, la vuelta a la situación» anterior a la última crisis.
Como botón de muestra del nuevo clima, un avión de la compañía libanesa Middle East Airlines tenía previsto aterrizar a última hora en el aeropuerto beirutí, lo que marcaría la reapertura de su tráfico comercial, paralizado desde el pasado 8 de mayo. Fuentes oficiales anunciaron que Hizbulah tenía intención de levantar su bloqueo al aeropuerto. Gesto que sigue al fin de los bloqueos por parte de grupos armados pro-gubernamentales, de la frontera con la vecina Siria.
Hizbulah advirtió de la vigencia de la campaña de desobediencia civil en espera de resultados concretos de la mediación árabe. Sus portavoces insisten en que la elección de Sleimane se da por hecha y ponen el acento en el gobierno de unidad y en la reforma electoral.
La oposición, coliderada por Hizbulah, denuncia la estrategia de las fuerzas que sostienen al Ejecutivo -una amalgama de fuerzas sunitas, falangistas cristianas y drusas- de marginar al resto de fuerzas políticas, hoy en la oposición, que agrupa a los chiítas, a los cristianos alineados con el general Michel Aoun y a otros grupos, entre ellos nasseristas y drusos. Los cinco ministros chiítas abandonaron el Ejecutivo en diciembre de 2006, abriendo el actual escenario de enfrentamiento total.
Los chiítas tienen asimismo otro agravio. Reclaman una nueva ley electoral acorde con el creciente peso demográfico de su comunidad -Líbano sigue sin actualizar su censo, casus belli en este complejo país-.
Derrota de EEUU
Amal Saad-Ghorayeb, especialista acerca de Hizbulah, sostiene que «esta marcha atrás es una importante derrota, no sólo para el Gobierno sino para los americanos en Líbano».
Osama Safa, director del Centro Libanés de Estudios Políticos, alerta del «peligroso precedente» de esta decisión aunque matiza que, «probablemente, se trate de una tregua mientras las negociaciones sigan residenciadas en Qatar», emirato del Golfo que mantiene relaciones con la oposición libanesa.
«El hecho de que los qatariotas lideren la mediación constituye en sí mismo un golpe para EEUU», coincide Saad-Ghorayeb.
Patrick Haenni, del International Crisis Group, asegura que ambas partes han cruzado dos líneas rojas. «El Gobierno se atrevió por primera vez a tomar una medida concreta contra Hizbulah. Y la respuesta de esta organización ha sido clara. Sin ser un golpe de Estado, ha lanzado un mensaje político extremadamente fuerte».
Milicianos de Hizbulah festejaron la marcha atrás del Ejecutivo de Siniora disparando al aire en los barrios de Beirut.
Washington trata de buscar los medios para ayudar al Ejecutivo de Fuad Siniora, como lo muestran sus intentos de llevar la crisis al Consejo de Seguridad o de acelerar sus modestas contribuciones al Ejército libanés.
Desde Jerusalén, donde concelebraba el 60 aniversario del Estado de Israel, Bush reiteró su apoyo a Siniora y sus críticas a Hizbulah, Irán y Siria. Lo que no oculta su impotencia frente a la ofensiva de la organización chiíta.
Un portavoz del Departamento de Estado, Tom Casey, trató sin éxito el miércoles de fijar fecha a la reunión del selecto club nuclear, que se limitó a esperar a la, a la postre, exitosa mediación árabe. El propio Casey reconoció que «a estas alturas, tampoco sabemos muy bien qué podría salir de una reunión de este tipo, pero -insistió- es importante que el Consejo se exprese con fuerza sobre esta cuestión».
Paralelamente, Casey anunció la aceleración de los envíos regulares de equipamiento militar para el Ejército libanés. Eso sí, matizó que EEUU no tiene intención de enviar más equipamiento que el que estaba previsto anteriormente.
Y es que la exquisita neutralidad del Ejército libanés -que responde a la abigarrada composición comunitaria del país- en los combates de la semana pasada ha suscitado nuevos interrogantes en Washington.
EEUU comenzó a suministrar material al Ejército libanés tras la derrota de la ofensiva israelí frente a Hizbulah en el verano de 2006. Fuentes oficiales anónimas aseguran que el material suministrado se trata de cascos, chalecos antibalas, munición y material de comunicación.
Fuentes oficiales anunciaron que Hizbulah tenía intención de levantar ayer mismo el bloqueo a la carretera al aeropuerto internacional beirutí.
Según el balance oficial, los enfrentamientos de las últimas jornadas se saldaron con 65 muertos y al menos 200 heridos. Otras fuentes elevan los muertos al centenar.