Pasan las horas en un «mundo» hotel
«Las consecuencias del amor»
El cine contemplativo no se presta al formato doméstico, pero la visión de «Las consecuencias del amor» en DVD se impone, por culpa de una tardía y escasa distribución en las salas de proyección. Esta película del napolitano Paolo Sorrentino triunfó hace tres años en los premios del cine italiano David Di Donatello, consiguiendo cinco estatuillas a la Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión, Mejor Fotografía y Mejor Actor Principal. Quienes se aventuren a verla se van a encontrar con largos planos secuencia dedicados a la silenciosa observación de su protagonista, que es alguien que no hace nada, aparte de dejar pasar las horas en el interior de un aburrido hotel, un clásico donde todo es elegante corrección y frialdad suizas.
¿Qué hace un italiano del sur en un sitio tan centroeuropeo? No hace falta ser malpensado para atar cabos, teniendo en cuenta que ha venido del país de la mafia para instalarse en el país de los bancos. Pero esas sospechas no toman forma hasta el desenlace de la película, cuando los acontecimientos y la información se precipitan a la vez. En una obra contemplativa como esta el porqué es lo de menos. La espera es la verdadera materia que alimenta tan poética narración, hecha de bellas imágenes sobre la soledad y su entorno más preciosista de jaula de oro, con el misterioso Toni Servillo paseando por los salones del hotel, del que nunca parece haber salido. Todo cambia en última instancia al fijarse en la camarera, interpretada por Olivia Magnani, nieta de Anna Magnani, como si el realizador quisiera justificar el título de la película. En un mundo ordenado, presidido por el anonimato, no caben circunstancias aleatorias como el enamoramiento, que pueden desembocar en tragedia.