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Sleimane pide «unidad» tras jurar su cargo como presidente de Líbano

Líbano tiene ya presidente, un puesto que ha estado vacante durante seis meses. El general y jefe del Estado Mayor del Ejército, Michel Sleimane, juró su cargo ante el Parlamento. En su intervención invitó a todo el espectro político y a los ciudadanos a abrir un nuevo capítulo «con la mirada puesta en el futuro». Asimismo, subrayó la necesidad de «reactivar las instituciones del país por el bien de la patria». Para ello, abogó por promulgar una nueva ley electoral.

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El general y jefe del Estado Mayor del Ejército desde 1998, Michel Sleimane, tiene ante sí la difícil tarea de sacar a Líbano de la crisis política y de alejar el fantasma de la guerra civil. Ayer fue elegido presidente por mayoría simple en el Parlamento. De los 127 diputados, 118 le dieron su respaldo en la votación.

En su discurso de investidura, deseó «el fortalecimiento de las relaciones fraternales entre Líbano y Siria, basadas en el mutuo respeto de la soberanía y de las fronteras de cada país». En esa línea, afirmó que espera que «las relaciones diplomáticas traigan el bien para ambos».

Se comprometió también a apoyar la instauración de un tribunal internacional para juzgar la muerte de el ex primer ministro libanés Rafic Hariri e incidió en que las armas existentes en el país no deben ser utilizadas en conflictos internos.

Vestido de civil, con chaqueta negra y corbata gris, Sleimane juró su cargo ante el presidente del Parlamento, Nabih Berri. Acto seguido, emplazó a todo el espectro político y a la ciudadanía a buscar la unidad y a abrir un nuevo capitulo con «la mirada en el futuro». «Unámonos y trabajemos para lograr una sólida reconciliación. Os pido, políticos y ciudadanos, que iniciemos una nueva fase, en la que nos comprometamos a elaborar un plan nacional, cuya prioridad serán los intereses del país frente a los intereses religiosos y de los partidos políticos», insistió. El hasta ahora máximo responsable del Ejército prometió además defender la Constitución, la soberanía y la independencia.

Añadió que las armas sólo deben empleadas contra «los enemigos» de Líbano. Tras saludar el papel de la «resistencia», en alusión a Hizbulah, en la lucha contra Israel, instó al grupo chiíta a «no utilizar el rédito de sus éxitos en conflictos internos».

Resaltó también la necesidad de establecer una estrategia de defensa para hacer frente a las violaciones del territorio por parte de Israel y a la ocupación de las Granjas de Cheba. Aseguró que la postura israelí «nos obliga a adoptar una estrategia para proteger la patria».

La votación y, posterior investidura, se desarrolló entre fuertes medidas de seguridad. Las tropas se desplegaron en torno al Parlamento, en pleno centro de Beirut, mientras que francotiradores se apostaron en los tejados. En las calles de la capital se escucharon tiros al aire para festejar su elección. Amchit, ciudad natal del nuevo presidente, despertó repleta de banderas libanesas y con retratos suyos.

Impaciencia de Bush

En la ceremonia estuvieron representados todos los espectros políticos. Además, contó con la asistencia de mandatarios de países vecinos, entre ellos, el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, y sus homólogos iraní y sirio. El presidente estadounidense, George W. Bush, expresó su apoyo a Sleimane y dijo sentirse impaciente ante «la apertura de una nueva era de reconciliación».

sustituye a lahoud

De 59 años, Sleimane se convirtió ayer en el duodécimo presidente de Líbano. Sucedió en el cargo a Emile Lahoud, cuyo mandato expiró el 23 de noviembre de 2007, dejando al país sumido en una profunda crisis política.

Una elección precedida por un convulso escenario político

La investidura de Sleimane viene precedida por una huelga general y por la toma de control de gran parte de Beirut por parte de Hizbulah, que llegó a bloquear los accesos al aeropuerto internacional.

La milicia chií exigía al Gobierno de Fuad Siniora que dejara sin efecto las medidas adoptadas contra su sistema de telecomunicaciones. El Ejército se mantuvo al margen durante los enfrentamientos.

El acuerdo alcanzado en Doha logró solventar en parte la crisis, dejando en el aire cuestiones como el desarme de la milicia chií. GARA

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