El sol brilló por unas horas sobre Zornotza, animando a miles de euskaltzales a acercarse hasta el municipio vizcaino para apoyar el proyecto educativo de Andra Mari Ikastola, con 41 años de existencia y 400 alumnos en su centro de Larrea. En el acto de apertura, su presidenta, Itxaso Gerediaga, incidió en el lema de Ibilaldia 2008 -«Amore bi eta gehiago»- para destacar que sus hijos e hijas y el euskara son los ejes de su trabajo de décadas.

El objetivo concreto de esta edición, al margen de la difusión de la labor de las ikastolas vizcainas, era recaudar buena parte de los fondos económicos necesarios para afrontar la ampliación de los equipamientos de Andra Mari para dar cabida a una segunda línea, destinada a alumnos y alumnas de Secundaria, hasta los 16 años.

El incremento de las matriculaciones en los primeros niveles educativos obliga a la veterana ikastola zornotzarra a disponer en el plazo de tres años de nuevas infraestructuras, ya que no tienen espacio físico donde ubicarlos en su pequeño edificio. Por ello, la importancia de la inyección económica que traerán los beneficios obtenidos en la popular y concurrida fiesta.

El retorno de Ibilaldia a Zornotza, tras 20 años de aquel que en 1987 reunió a 80.000 personas bajo el lema «Gure gogoa, euskal eskola publikoa», comenzó con buen pie después de una noche salpicada de chaparrones y truenos que mantuvo temerosos a los organizadores, «con el corazón a mil revoluciones», que en ningún instante dejaron de mirar al cielo.

La amenaza se cumplió, haciendo buenos los pronósticos metereológicos de riesgo de tormenta, que descargó sobre una multitud dispuesta a disfrutar y empapó las campas donde se desarrollaban los conciertos, aunque no el itinerario de 6,3 kilómetros de longitud, pues los caminos rurales estaban debidamente asfaltados.

La fiesta siguió tras la lluvia

La tradición de llevar huevos a las Clarisas en las jornadas previas a un evento de estas características no dio sus frutos, pero la tenacidad de quienes acudieron a Zornotza sí, al no amilanarse ante los chubascos y decidir seguir con la fiesta.

Ante la adversidad, algunos optaron por regresar a sus lugares de origen, mientras la mayoría trató de ponerse a cubierto a la espera de que escampase, aunque el ánimo no decayó entre los miles de euskaltzales. Si las predicciones en lo relativo al tiempo se cumplieron, también sucedió lo mismo con las expectativas de afluencia de público.

Desde la organización no ocultaban su satisfacción por la asistencia lograda. Es más, a la tarde, llegaron a declarar que se habían conseguido unos niveles de participación altos, más de lo que preveían inicialmente.

Las seis áreas en que se dividió el circuito estuvieron a rebosar de personas dispuestas a disfrutar de hinchables, diferentes talleres, muestra de full contact, payasos, teatro infantil y de calle, globo aerostático, danzas, exhibición de perros de salvamento, bertsolaris y música, mucha música. La gastronomía también tuvo su espacio con degustación de pinchos de ternera y pollo asado y perlita, talo y pimientos de Gernika, todo ello regado de sidra, txakoli y vino de Rioja alavesa. En el Barnetegi, se ofreció una paellada.

Uno de los pocos actos a cubierto fue el que tuvo lugar en el centro Zelaieta, donde se homenajeó a cantantes de la talla de Pantxoa eta Peio, Amaia Zubiria, Aiora Renteria y Euskal Kantuzaleen Elkartea, así como al periodista José Mari Iriondo, el instituto Labayru y el grupo Amaren Alabak.