«La cesárea `soluciona' otras intervenciones previas innecesarias»
Madre de tres hijos y socia fundadora de la asociación «El parto es nuestro», es abogada desde 1993. Tiene un Máster en Práctica Procesal y Administración de empresas y colabora como ponente y asesora en proyectos de mejora de la atención al parto. Escribe en materia de medio ambiente y salud.
Joseba VIVANCO |
Esta abogada participó ayer en Bilbo en unas jornadas de Emakunde sobre la atención al parto en el siglo XXI, donde habló sobre ``La Ley de Autonomía del Paciente y la seguridad jurídica de los profesionales en el ámbito del parto y el nacimiento''.
Su primera hija nació en un hospital donde, denuncia usted, pisotearon todos sus derechos y los de su hija. ¿Por qué?
No me dijeron que iban a inducirme el parto, simplemente, me abrieron las piernas para lo que se suponía que iba a ser una simple exploración, me rompieron la bolsa y me pusieron un gotero con oxitocina diciéndome que era sólo ``un suero para hidratarme». La oxitocina sintética tiene efectos adversos muy peligrosos, como por ejemplo sufrimiento fetal, que efectivamente se produjo. Como consecuencia de ello, sufrí hipertonía, mi hija se quedó sin oxígeno y tuvieron que sacarla con fórceps.
Menuda experiencia...
Pero es que durante todo el proceso estuve engañada y el personal se burló de mí diciéndose entre ellos que yo era «la que quería parir según la OMS». Mientras me retorcía, porque la oxitocina provoca contracciones muy dolorosas, y lloraba, me decían cosas como «si quieres te pintamos la habitación de rosa». No me dejaron ver a mi niña hasta cuatro horas después del parto. Mi familia y todo el personal que quiso la cogió y la tuvo en brazos, menos yo. Era su forma de castigarme por haber sido una «mala chica».
Nada que ver con el reivindicado lema de «nosotras parimos, nosotras decidimos».
Este lema es un deseo, no una realidad, pero avanzamos hacia ello. Queda mucho por hacer, las mujeres aún tomamos pocas decisiones informadas y libres sobre nuestra propia salud y nuestro propio cuerpo. El problema de fondo es que falta información veraz, actualizada, basada en la evidencia científica, y que no se nos ofrecen alternativas. No obstante, estamos contentas porque se han dado pasos de gigante.
Usted defiende que la humanización del parto es una obligación legal.
Desde luego. La legislación sanitaria española obliga a los profesionales sanitarios y a los responsables de los sistemas de salud a promover y trabajar conforme a la buena praxis y la evidencia científica, esforzándose porque las usuarias reciban toda la información que les permita tomar decisiones libres e informadas, y que esas decisiones sean respetadas y apoyadas. Pero es que los recién nacidos tienen derecho a permanecer acompañados de sus padres durante todo el tiempo que permanezcan hospitalizados. Son aspectos fundamentales de lo que se llama «humanización de la atención al parto», respaldados por la legislación española y europea y declaraciones de derechos de los niños.
Precisamente, muchos usuarios, muchos pacientes acuden a la ley cada vez más a denunciar algunas prácticas médicas. ¿Se constata también un aumento de demandas en el campo de la ginecología?
Sí, ginecología y obstetricia es la especialidad médica en la que más demandas se producen. La medicina defensiva es un problema muy importante tanto para los profesionales como para los usuarios, que pagamos duramente las consecuencias.
¿Se entiende, entonces, que haya un temor justificado por parte de los profesionales sanitarios ante posibles demandas? ¿Es la multiplicación de cesáreas consecuencia de este miedo?
Sí y no. Me explico: para protegerse de potenciales demandas, algunos profesionales optan por una atención muy agresiva, abusando de tecnologías, fármacos y procedimientos que pueden tener efectos adversos. Lo que se pretende es dar la apariencia de que «se ha hecho todo lo posible» y protegerse ante el juez. Al final, el abuso de estas intervenciones, que debería reservarse para casos muy justificados, acaba produciendo resultados adversos: el parto se complica, aparece el sufrimiento fetal y hay que acabarlo con una cesárea.
La mayoría de las veces la cesárea «soluciona» el problema, pero si no se hace a tiempo, entonces podemos tener un bebé con lesiones o muerte. Por supuesto, los abogados no demandan por haber puesto demasiada oxitocina, o por haber inducido un parto sin una verdadera indicación médica, o por haber tenido a la madre tumbada de espaldas doce horas, que son aspectos complejos, sino por «no haber hecho la cesárea a tiempo». Tanto los jueces como los propios médicos, e incluso los padres, se quedan con eso, con que no se hizo una cesárea a tiempo. Es lo más fácil para todos. Nadie parece o quiere darse cuenta de que el origen fueron esas intervenciones innecesarias y potencialmente peligrosas que produjeron la situación de peligro.
¿Qué consejo le daría usted a una mujer que esté a punto de dar a la luz?
Que busque información, que se entreviste con varios profesionales y se interese por las tasas de intervención de un hospital en conceptos como uso de cesáreas, fórceps o episiotomías, antes de decidir en dónde y con quién va a dar a luz a su hijo. Merece la pena, la experiencia y los resultados varían enormemente de unos profesionales a otros y de unos centros a otros. Nosotras pensamos que, con información y respeto, cualquier madre es capaz de tomar la mejor decisión para sí y para su hijo.
Usted también ha querido reivindicar en el papel de las matronas en este encuentro en la capital bilbaina sobre el parto en el siglo XXI.
Para mejorar la atención al parto es fundamental revalorizar su figura, que puedan trabajar con autonomía y equipararlas a las comadronas en algunos países europeos. La matrona es la profesional más indicada para atender los partos normales, que son el 90%, ya que obtienen los mismos resultados que los ginecólogos o ligeramente superiores en cuanto a mortalidad y morbilidad maternoinfantil, pero con un número sustancialmente menor de cesáreas, fórceps, episiotomías e ingresos neonatales.