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Maite SOROA

Otro zurriagazo... desde «Abc»

Cada día que pasa estoy más fascinada de la capacidad del ser humano de adaptarse a las circunstancias y, cual camaleón, mudar el color de la chaqueta. Lo que hasta ayer le bailaban el agua a Mariano Rajoy como gran pope de la derecha, se mofan de él ahora y no reparan en graves descalificaciones.

Ayer fue el turno de Cesar Alonso de los Ríos en «Abc» que abría fuego denunciando «la incapacidad de previsión que está demostrando» Mariano Rajoy y «su absoluta falta de imaginación».

Y es que, según el columnista «a lo largo de todo este tiempo hemos podido comprobar que, en ninguno de los escandalosos episodios a los que hemos asistido, Rajoy llegó a figurarse las reacciones que podrían provocar sus iniciativas. Por el contrario, lo que se figuraba como un éxito aparecía, al día siguiente, como un fracaso». O sea, como el Midas pero al revés.

Cesar Alonso encuentra, además, la explicación del desastre: «el fallo de Rajoy ha consistido en suponer en los demás una moral similar a la suya. No se le pasó por la imaginación que María San Gil pudiera rechazar la ponencia política que le presentó Soria porque, de haberse encontrado en la situación de María, él habría aceptado la ponencia al saber que venía de la calle Génova. El fallo de Rajoy fue aplicar a María San Gil el rasero propio. Él habría tragado, ella no». O sea, un calzonazos y un pelota.

Será porque «los votantes y militantes del PP son tan radicalmente contrarios a cualquier tipo de pacto con el PNV, CiU, etcétera, que de nada valen los empeños de la oligarquía (del partido). Frente a esta creencia, masiva y compartida, el grupo compuesto por Rajoy, Arenas, Camps, Ruiz-Gallardón... aparece como una pandilla de impotentes». ¿Pero acaso no firmaron un pacto con el PNV y CiU el propio Aznar, Mayor Oreja y compañía?

Y Alonso retoma el camino del principio: «Al no haber asimilado este hecho, ni Rajoy ni sus compañeros han tenido la imaginación que habrían necesitado para no cometer tanto disparate (...) y es que, a veces, funciona la moral de las gentes». Para terminar le llama inmoral. ¡Toma castaña!

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