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Ponga un «tres» alto en su vida

Imanol AMIANO

El Baskonia, huérfano de treses desde que se despidiera pañuelo en mano adiós-con-el-corazón-que-con-el alma-no-puedo a Nocioni, a falta de uno, tiene dos. Peculiares ambos. Satisfecho, al parecer, con el experimento de reconvertir a un anotador compulsivo como Lou Roe en un jugador de equipo, Kerejeta rescató de Corea a un rariponcio de mil pares. Claro que un rariponcio con hambre de balón bajo los aros e imparable en las buenas ocasiones, unas cuantas. Jasaitis es la antítesis. Muy pocos minutos, generalmente bien aprovechados con defensa, rebote y, siendo la quinta opción en ataque, clavando algún que otro triple, ni se le pasa por la cabeza protestar un cambio o hacer un reproche a un entrenador que, aunque parezca mentira, se lo llevó consigo de Vilna a Gasteiz con escala en Tel-Aviv.

El Barça también se trajo un supuesto tres a precio de oro. Ilyasova, aunque haya terminado jugando de cuatro, tal y como le gustara hacer en los Bucks, y tal y como trató de hacer, sin demasiado éxito, Scariolo en Unicaja con Jiménez -por cierto, Mickeal atacó sin complejos a Welsch y viceversa; sin embargo, amagó un par de uno contra unos con el ex colegial para rehuirlos sistemáticamente después-.

El uzbeko-turco misterioso, llamado a ser una de las sensaciones de la ACB y que iba camino de convertirse en uno de los grandes fiascos de la temporada, ha resucitado en los play-offs para adueñarse de los rechaces -19 en el 2-0 a la Penya-, si bien el Joventut, un vendaval hace un par de meses, se había quedado en brisa agradable, todo hay que decirlo. Acker, por su parte, ya con la rodilla en condiciones, ha explotado. Pero es un dos, igual que Basile, más alto, pero un escolta. Por ahí pueden ir los tiros. De tres. Ponga un alero alto en su vida.

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