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«En campaña ya explicamos que el Gobierno nunca nos admitirá en el Parlamento»

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Sinam MUHAMAD
Candidata kurda al Parlamento sirio

Sinam Muhamad cuenta a GARA su kafkiana experiencia de las dos últimas elecciones al Parlamento sirio, a las que decidió concurrir, como mujer y como ciudadana kurda, para defender los derechos de su pueblo.

¿Cuándo y por qué decidió concurrir a las elecciones al Parlamento por primera vez?

En 2003, como mujer y como kurda. Iba como candidata independiente de la región kurda de Afrin.

¿Cuáles fueron sus mayores dificultades?

Desde el día en que comencé a tramitar la solicitud empecé a recibir llamadas y visitas a diario de las fuerzas de seguridad. Me preguntaban por mis intenciones, mi familia... Cuando llegó el día de votar sólo abrieron colegios electorales en los pueblos árabes (Afrin consta de la ciudad del mismo nombre y 360 pueblos kurdos) Nuestra gente se organizó en autobuses para ir a votar, pero la Policía les bloqueó el camino. Me avisaron por teléfono y pedí explicaciones al responsable del Baath. Me respondió que esos colegios eran sólo para árabes, no para kurdos.

¿Qué pasó entonces?

Los comicios en Siria duran dos días. Los colegios se abren a las 8.00, pero a las 14.00 del primer día recibí una llamada diciéndome que me fuera, que no había obtenido apenas votos. Me dieron la listas con los elegidos al Parlamento, cuando todavía quedaba la segunda jornada. A los tres días vi cómo los resultados oficiales coincidían con los de aquella lista.

Pese a todo, volvió a presentarse en 2007.

Me presenté por Alepo. Tenía dos sentimientos encontrados. Por un lado, no me sentía capaz de enfrentarme a aquello otra vez; por otro, pensaba que no podía rendirme, ni como kurda ni como mujer.

¿Cómo transcurrió la campaña?

Con el mismo acoso: visitas a diario, llamadas... El Gobierno nos prohibió imprimir carteles (sólo a nosotros) y decidimos ir casa por casa, siempre bajo vigilancia. Hay cerca de medio millón de kurdos en Alepo. No pudimos visitarlos a todos, pero se corrió la voz. La víspera de las elecciones, el Gobierno nos concedió el permiso para imprimir y pegar nuestros carteles. Y así lo hicimos. Todo el mundo se acercaba para ayudarnos. Pese a las dificultades teníamos la moral muy alta.

¿Y qué pasó?

Nuestros interventores fueron obligados a abandonar los colegios, y a realizar su labor desde el umbral de la puerta. Me quejé a uno de los jefes de mesa, y me dijo que las salas `eran pequeñas, que no había sitio para todos'. Las irregularidades eran flagrantes. Yo misma vi a una mujer kurda con nuestra lista en la mano y el presidente de mesa se la cogió, introdujo otra del Baath en un sobre, y se lo dio para que votara. Nuestros interventores nos aseguraron que aquello llevaba ocurriendo toda la mañana.

¿Y la gente metía los sobres?

La gente tiene miedo a las represalias, no pueden hacer nada. También entonces, a las once de la mañana del primer día, me dieron dado la lista con los resultados que, otra vez, coincidieron con los oficiales. Ante ello, decidimos retirar nuestra candidatura para no ser cómplices de semejante fraude.

¿Se va a presentar en 2011?

Me comprometí con mi gente a seguir haciéndolo cada cuatro años.

¿Qué resultado espera obtener?

En aquella campaña casa por casa dijimos a nuestra gente que el Gobierno nunca nos aceptaría en el Parlamento. Y aunque lo hiciera, no serviría de nada porque el Parlamento se limita a obedecer al régimen. Presentarnos es nuestra manera de decir que estamos aquí y que exigimos nuestros derechos. Nada más.

K.Z.

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