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Prevenir no es alarmar, sino poner medios

La voz de alarma, el aviso previo, fue dado con suficiente antelación en esta ocasión por parte de los servicios meteorológicos competentes: se esperaban fuertes precipitaciones y había zonas marcadas en rojo por el alto riesgo de inundaciones. Aun así, visto cómo se sucedieron los hechos y escuchando las quejas de muchas de las personas afectadas, especialmente en Bizkaia, una vez más hay que lamentar que las instituciones sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. Y, lo que resulta más grave todavía, cuando ya el susto ha pasado -esperemos que durante las próximas horas las lluvias no compliquen más la situación- esas mismas instituciones, con sus máximos mandatarios al frente, salen a la carrera para lavar su imagen. Ahora intentarán convencer a la ciudadanía de que ellos no han fallado, de que están dispuestos a ayudar a las personas damnificadas con los recursos públicos -cómo debe ser- y de que estuvieron al pie del cañón desde el primer momento.

Pero en este país lleva mucho tiempo lloviendo sobre mojado. Ya no se puede seguir responsabilizando al desastroso desarrollo urbanístico de los años 60 y 70 del siglo pasado para justificar que, ante cualquier crecida de los cauces de ríos y regatas, cientos de vecinas y vecinos tengan que ser desalojados de sus viviendas; no se puede seguir lamentando que se inunden bajos comerciales y garajes mientras se continúan aprobando planes urbanísticos que anteponen el lucro económico a la seguridad de las personas y los bienes; en definitiva, no sirve de nada quejarse de que se inunden barrios e instalaciones que, se mire por donde se miren, se han construido en zonas inundables.

También conviene evaluar a fondo la capacidad de respuesta real de los equipos de emergencias y de las empresas encargadas del mantenimiento de servicios básicos. Y es mejor hacerlo ahora, cuando no hay que lamentar hechos tan trágicos como los vividos hace 25 años. Como es necesario recordar que las inundaciones de 1983 no sólo dejaron un triste balance de víctimas, sino también una explosión de solidaridad ciudadana que hay que mantener preparada en todo momento.

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