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Alta velocidad y baja intensidad democrática

El PSE ha registrado una propuesta para que, tras el atentado que causó daños materiales en la sede de la empresa Amenabar, concesionaria de las obras del Tren de Alta Velocidad, el Parlamento de Gasteiz exprese su condena a ETA y su respaldo a «un proyecto económico estratégico». El PSE, para ser uno de los principales partidos de la oposición en esa Cámara, no se ha destacado por su trabajo fiscalizador con respecto a la actuación del tripartito en relación a una obra que, como se demostró el pasado sábado en Donostia, cuenta con un alto grado de oposición social. El perfil de izquierda que, de vez en cuando, y la mayoría de las veces por criterios meramente electorales, exhibe el PSE se difumina del todo ante proyectos económicos, claro que estratégicos, entre otras cosas porque van a hipotecar por varias décadas la capacidad inversora de esta parte de Euskal Herria.

Aunque un Patxi López lanzado a la pre campaña de unas elecciones no convocadas trate de poner de manifiesto sus diferencias de modelo, lo cierto es que PNV y PSOE se parecen, como dos gotas de agua, si se analiza su política de desarrollo territorial y caminan igualmente de la mano en todos sus macroproyectos.

Tanto el PSE que veta en Madrid como el PNV que dice querer dar la palabra a la ciudadanía taponan el debate social sobre el TAV.

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