Inundaciones en Euskal Herria
Radares inoperativos y alertas «fantasmas», la base del problema
La alerta amarilla comunicada el viernes a emergencias de la CAV hacía prever inundaciones, pero la previsión se vio muy superada. Este hecho, junto a las deficiencias en los radares en los montes Jata y Kapildui, se sitúan en la inicial falta de previsión de las inundaciones.
Joseba VIVANCO | BILBO
El 10 de junio del año 2000, cinco personas murieron por las inundaciones ocurridas en la comarca del Llobregat. Todas las víctimas lo fueron en la zona de Monserrat. A sólo ocho kilómetros de allí, en Colbató, se sitúa uno de los radares meteoroló-gicos de los que dispone la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET, antiguo INM). Ni se percataron de lo que estaba sucediendo justo al lado y para cuando dieron la alerta era ya demasiado tarde. Lo ocurrido la madrugada del pasado domingo en la zona más oriental de Bizkaia fue algo similar, aunque en esta ocasión a las carencias técnicas de los propios sistemas de detección se sumaron una serie de adversidades que, por fortuna, no tuvieron consecuencias humanas. Éste es el relato de lo sucedido con las inundaciones más graves ocurridas en territorio vizcaino desde 1983.
El centro de AEMET en Santander, encargado de la vigilancia para todo el Cantábrico, comunicó el viernes a los servicios de emergencias la alerta amarilla. Esto supone unas acumulaciones de agua previstas de 40 litros/m2 en 12 horas y de 15 litros en una hora. «Que no es poca cosa -advertía ayer la responsable del Centro Meteorológico de la CAV, Margarita Martín, a GARA-. En Bizkaia con eso ya hay inundaciones».
El problema fue que la previsión se vio muy superada. Cayeron más de 80 litros en 12 horas y más de 30 en una hora, lo cual correspondía a una alerta naranja, un nivel superior. «Aunque sea quitarnos medallas, es justo reconocer que la alerta hubiera sido naranja. Digamos que se dio una alerta a ver qué pasaba, pero en Santander no se dieron cuenta de que lo que pasaba no se iba a ver en el radar...», confiesa Martín.
La alerta amarilla pone ya en guardia a los servicios de emergencias. «El problema es que están acostumbrados a los avisos, vía fax, de que hay alerta amarilla. Pero desde Europa nos llamaron la atención, y ahora sólo se comunica la alerta sin más y eso puede predisponer a preocuparse quizá menos».
El sistema europeo de alertas meteorológicas Euroalert llamó la atención al Estado español porque comunicaba demasiadas alertas por fenómenos meteorológicos. «Nos echaron la bronca, pero es que ellos sólo miran el número de alertas por kilómetro cuadrado de cada estado, cuando la Península Ibérica es muy proclive a sufrir distintos tipos de fenómenos. Así que se mandó una circular de que había que rebajar esos niveles de alertas y luego, así pasan estas cosas», se queja la responsable del observatorio donostiarra de Igeldo.
Esta situación ha derivado en que quienes son responsables de emitir los avisos tienen más reparos ahora de lanzar una alerta naranja. «Pones amarillo como precaución y si hace falta subes a naranja», añade.
Así las cosas, la previsión para este fin de semana en el Cantábrico oriental venía ya «viciada» de antemano. A ello se unió una circunstancia que ahondó más en el posterior cúmulo de infortunios. El 27 de marzo pasado, los rayos inutilizaron los ra- dares meteorológicos tanto de AEMET en el monte Jata, en Bakio, como el de Euskalmet, en el monte Kapildui, en la Montaña Alavesa. Desde entonces, sólo funciona el primero en sistema doppler, pero no en normal; es decir, que está a la mitad de su potencial. «Los radares son muy sensibles a los rayos. En el nuestro se nos quemó el magnetrón, que es la pieza que emite las ondas. La tuvimos que pedir a Alemania y por eso tarda tanto. Pero es que la semana pasada nos lo iban a instalar y me di- jeron que antes lo colocaban en el de Asturias, que también se les quemó ese día, y allí no te-nían el sistema doppler», cuenta Martín.
Sin embargo, ni siquiera con los radares de Jata y Kapildui a pleno rendimiento se podría haber detectado lo que sucedió la madrugada del domingo, como sucedió en Monserrat en el año 2000. El problema de los radares es que no «ven» en 15 kilómetros a la redonda. «El radar, en ese radio, elimina los ecos para evitar alertas falsas por la orografía y el propio programa del radar atenúa esas señales. Por eso es fácil que una precipitación cercana los que están de servicio no la aprecien», explica. La estación de AEMET que más precipitación registró fue la del faro de Matxitxako, 174,3 l/m2 en 26 horas, pero el radar de Jata, próximo a este lugar, ni detectó esa intensa lluvia.
Nubes bajas
Otro hándicap al que se enfrentan estos radares es que tampoco «ven» por debajo de la altura a la que están instalados. Es decir, el de Jata a 750 metros y el de Kapildui a 1.200. «Si se trata de una tormenta de 12 kilómetros de altura, la detecta sin problemas. Pero si es una nube baja, por debajo de los radares, no. Y eso pasó el domingo».
El frente que descargó sobre el oeste de Bizkaia procedía de Araba. «Si el radar de Kapildui hubiera visto las precipitaciones superintensas que hubo en Álava la tarde anterior, eso hubiera sido un aviso importante, era para ponerse en guardia y, aunque fuera a ciegas, haber dado la alerta naranja, aunque te pases», detalla Martín. Pero el radar de Euskalmet sigue fuera de servicio.
Tras esas fuertes lluvias sobre suelo alavés, llegó una relativa calma. Luego, esa depresión pasó al Golfo de Bizkaia y ahí incrementó su fuerza al situarse sobre una superficie marina, con un agua relativamente caliente, que estaba a 17º. Esas nubes quedaron retenidas por el relieve costero, evaporando agua y descargándola sobre el litoral en una acción repetitiva. «El radar de Jata vería ecos que empezaban a 750 metros y acababan poco más arriba, con lo que el predictor que está de servicio podía pensar que era una nube de poco espesor y que no estaría cayendo mucha lluvia. Pero estaba cayendo por debajo», aclara.
Pero a la falta de visión del radar en un radio de 15 kilómetros y al hecho de que se trata- ra de nubes bajas que queda-ban también fuera de su cam- po se sumó otra falla, esta vez «humana». «Nosotros seguimos un poco asombrados la evolución de los datos esa noche, porque veíamos precipitaciones de 80 ó 90 litros en algunas estaciones y seguía sin darse desde Santander la alerta naranja», relata. El problema, añade Martín, es que se trata de estaciones automáticas que «pueden dar muchos errores».
Y precisamente la que estaba dando el «chivatazo» de lo que estaba pasando y el radar de Ja-ta no veía era la estación de Matxitxako. «En Santander no se creían que acumulara ya 113 litros, porque se sabe que las estaciones en los faros tienen el problema del viento, que mueve la estación y hace que suba el dato de precipitación de forma falseada. Santander pensaba que era un error el dato que daba, pero de lo que no se dieron cuenta es de que no había mucho viento y por ello la precipitación que marcaba tuvo que haberse dado por buena», ofrece su explicación la responsable de Igeldo. No fue hasta las 6 de la mañana cuando el centro de Santander dio la alerta naranja, «después de que desde el aeropuerto de Bilbao, que tiene estación manual, les dijeran que qué pasaba con la alerta, que allí ya llevaban 89 litros». Y en localidades como Getxo llevaban horas evacuando a vecinos.
¿Servirá este cúmulo de fallas en los sistemas de alerta para mejorar de cara a futuros fenómenos similares? Margarita Martín responde con un escueto «el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y en este caso llevamos doscientas». Algo que achaca a que «entre las admi-nistraciones la coordinación es mala, pero por razones políti-cas, no técnicas». Y añade con cierta ironía: «Esperemos que si vuelve a ocurrir, al menos se le ocurra avisarnos».
Las graves inundaciones que en agosto cumplirán 25 años se repetirán algún día; lo ocurrido el domingo ha sido una especie de simulacro pero real, con, según los cálculos de Martín, un 30% menos que lo precipitado en 1983. Y por lo visto este fin de semana, parece que seguimos sin estar preparados.
Mejoría de la situación
La situación ayer por la tarde había mejorado bastante con respecto al día anterior. De hecho, para el mediodía el Gobierno de Lakua ya había desactivado el Plan de Emergencias por Inundaciones, a la vista de que habían remitido las intensas lluvias del fin de semana y de que las previsiones meteorológicas para las siguientes horas hablaban de vuelta a la normalidad.
Varios ríos vizcainos alcanzaron durante el fin de semana su máximo nivel de caudal desde hace veinte años, pero su nivel fue descendiendo durante la jornada de ayer. Así, el Zadorra pasó de 2,27 metros de altura a 1,67 metros. De esta forma se dio por concluida la situación de prealerta en las zonas próximas a los embalses alaveses ante el aumento de la capacidad del río para asumir la masa de agua que se está desaguando en los pantanos.
La Agencia Vasca del Agua detalló que el pantano de Ullibarri abrió el domingo sus compuertas para verter el excedente de agua y ayer continuaba desembalsando a un ritmo de 33 metros cúbicos por segundo, mientras que en el embalse de Urru- naga la empresa Iberdrola estuvo turbinando 30 metros cúbicos por segundo.
El pantano de Ullibarri se encontraba ayer a una cota de 545,7 metros, y en los próximos días continuará desaguando hasta lograr la cota de 545,5 metros, que es la establecida para los meses de mayo y junio.
La situación de las carreteras de Bizkaia también había mejorado bastante. A media tarde se confiaba en dejar abierto el corredor de Uribe Kosta a la altura de Mimenaga, y en la N-634, sentido Donostia-Bilbo, se dejó expedita la vía tras el desprendimiento de parte de un talud, pero se estima que no se normalizará la circulación hasta dentro de una semana.
En cuanto a Nafarroa, la situación también tendía a normalizarse. Ayer por la mañana la punta de la avenida del Ebro había llegado a Ribaforada con un caudal próximo a los 2.150 metros cúbicos por segundo. No obstante, la Agencia Navarra de Emergencias (ANE) informó de que las puntas de crecida del río más caudaloso de Euskal Herria no iban a superar en las horas siguientes los 2.000 metros cúbicos por segundo.
A las 18.00 el Gobierno de Nafarroa informó de que la situación en los ríos del herrialde era «estable e incluso va a la baja», si bien se mantenía el nivel de pre-emergencia por riesgo de inundaciones en las cuencas bajas del Arga y del Ebro.
El director general de ANE, David Sainz, y el director general de Medio Ambiente del Ejecutivo navarro, Andrés Eciolaza, sobrevolaron por la mañana en helicóptero la cuenca baja del río Ebro para comprobar la situación de los diques reconstruidos tras las inundaciones de 2007, ya que existían dudas sobre su grado de asentamiento. Según aseguraron, su comportamiento «es óptimo y están ofreciendo resistencia al agua».
El centro AEMET en Santander dio el viernes la alerta amarilla: 40 litros por metro cuadrado en 12 horas y 15 litros en una hora. La realidad fue que se duplicaron las cifras: 80 litros en 12 horas y más de 30 en una hora.
Las continuas lluvias caídas en Araba durante mayo han provocado un fuerte descenso del cultivo de la patata, que provocará que los costes de producción se disparen este año. Así lo advierte el director general de Alavesa de Patatas, Andrés Lekuona.
Los radares de Jata y Kapildui están situados a 750 y 1.200 metros de altitud, respectivamente. Detectan las tormentas que están por encima de esas cotas, pero no las que están por debajo, como ha ocurrido en esta ocasión.