Sube el euribor y tiemblan los cimientos de la mayoría de los adosados. El dinero está tomando un color borgoña, como una mezcla de sangre, sudor y heces. Se anuncian huelgas que nos van a dejar al borde del precipicio. Escucho en un programa de humor despedirse al presentador recomendando que se compren conservas y alimentos no perecederos porque el desabastecimiento puede ser real a partir del jueves de esta semana en la que entramos. Los noticiarios de fin de semana han recurrido todos a enseñarnos las colas en las gasolineras porque los conductores llenan sus depósitos por precaución. Y todo por el color del dinero.

Se ha sabido que una marca de cerveza que promocionaba el color verde como simbología hasta de un pensamiento peculiar ha retirado su publicidad de La Sexta a causa del programa «Salvados por al Iglesia», esas dos entregas de El Follonero en las que recorrió con ironía el mundo intra muros de las iglesias y su proyección externa desde los arzobispados, obispados y hasta el actual papado. No les ha parecido adecuado, y dicen que pueden herir a los creyentes. Bueno, ¿y qué? Su reacción ante esta emisión y su actitud censora retirando la publicidad que es la forma actual de la censura cotidiana, la económica, y aquí sabemos de eso mucho, yo diría que somos todos catedráticos en estos menesteres. Decía, pues, que nos ayuda a eliminar una duda. Ya sabemos qué cerveza no vamos a tomar nunca más. No nos vamos a perder mucho, sea dicho de paso, pero para aquellos que no distinguen, que al menos sepan que solamente quieren a un tipo de ciudadanos y que el pensamiento verde que promocionaban es un pensamiento reaccionario y coactivo.

Por cierto y antes que se me olvide: la versión de «Vaya Semanita» del «Chiki Chiki», es de lo mejorcito. Empieza con un rotundo «jarrea, jarrea» y sigue con la letra adaptada a la pertinaz borrasca instalada sobre Euskal herria que nos tiene ahogados, cabreados y al límite neurológico con tanta lluvia. Han tardado, la han presentado junto a la desaparición de Chikilicuatre, pero han acertado de pleno porque han unido a un clásico circunstancial una circunstancia clásica en nuestro verano.