Una crisis de modelo independentista
Martxelo DÍAZ
Más allá de los malos resultados electorales en las últimas convocatorias o su permanencia en el tripartit, ERC se enfrenta a una crisis del modelo de formación independentista que ha defendido en los últimos años. La llegada a ERC de militantes como Josep-Lluís Carod-Rovira y Joan Puigcercós -y el defenestrado Àngel Colom- en 1987 supuso una transfusión de savia nueva a una formación histórica pero alejada de las nuevas generaciones. Todos ellos provenían de la izquierda independentista extraparlamentaria. Precisamente, su actuación se basó en tratar de atraer a todos los sectores de la izquierda independentista, Terra Lliure incluida, a ERC. La idea era que había que buscar la independencia en las instituciones, dejando en un segundo o tercer plano la movilización en la calle.
Desde entonces, ERC ha experimentado un indiscutible crecimiento en votos y en presencia institucional. Forma parte del Govern de la Generalitat del Principat, integra la coalición que gobierna Balears y fue el referente de la oposición de izquierdas a Zapatero durante su primer gobierno gracias a su potente grupo parlamentario. Pero la crisis del Estatut, que Madrid cepilló -gracias a una CiU que maniobró en la sombra- dejó en evidencia que en el Estado español no se respeta que un Parlamento autonómico decida, con el apoyo del 89% de los electos, una simple reforma autonómica. Porque eso era lo que se aprobó. No era la unidad de los Països Catalans, ni un paso hacia la independencia, sino una mera reforma autonómica. Tras el fracaso de la vía institucional hacia mayores cotas de autogobierno, ERC se ha mantenido en el poder, provocando la frustración de quienes creyeron que ese camino era posible. El reto al que se enfrentan es encontrar una vía que sea efectiva si realmente buscan la independencia de los Països Catalans.