Los dos juegan en equipos punteros del Viejo Continente y, pese a que han superado la treintena, se encuentran en su mejor momento de forma y lo demuestran en cada partido perforando la portería del rival. Frente a frente, Ruud Van Nistelrooy -Van gol, 228 goles en 378 partidos- y Luca Toni -The bomber, 186 dianas en 379 encuentros- pujarán hoy por demostrar quién es el mejor ariete europeo del momento.

No es de extrañar que las estadísticas de ambos artilleros hagan flaquear las piernas de sus marcadores. Una cifra superior a los 400 goles suman en sus respectivas trayectorias, con bastantes aspectos comunes entre el oranje y el transalpino.

Para empezar, apenas les separa un año -Van Nistelrooy nació en el 76 mientras que Luca Toni lo hizo en el 77- y los dos futbolistas proceden de pequeñas localidades. El primero nació en Oos y el ahora delantero centro del Bayern Münich lo hizo en Pavullo nel Frignano. Además, ambos desmontan la teoría de que sólo los centrales y porteros se mantienen en su plenitud de juego una vez superadas las tres décadas.

Traspasos millonarios

Rutgerus Johannes Martinus van Nistelrooy, que es como realmente se llama el goleador del Real Madrid, inició su andadura en el fútbol profesional en el modesto Den Bosch y, a partir de ahí, firmó una meteórica carrera pasando por clubes como el Heerenven, PSV -pagó 4,5 millones de euros por su fichaje- y Manchester United -los de Eindhoven amortizaron la inversión sobradamente al recibir 30 millones de los ingleses-.

Cuando todo el mundo le daba por acabado, fichó por los merengues, que abonaron 15 millones a los de Alex Ferguson, y acabó siendo el máximo goleador de la Liga, algo que ya había conseguido en la Eredivisie y la Premier. Sólo la endeblez de su selección a la hora de la verdad le ha impedido incorporar a su envidiable palmarés un título continental o mundial.

Con pose de estrella de cine, Luca Toni Varchetta tuvo una carrera azarosa en sus primeras campañas en la elite. Apenas duraba una campaña en cada equipo: Módena, Émpoli, Fiorenzuola, Lodigiani, Treviso y Brescia. Aquí comenzó a consagrarse y acabó recalando en el Palermo, de donde pasó a la Fiorentina. De ahí a la escuadra bávara, que pagó de buen grado 11 millones la pasada temporada, algo que el italiano ha sabido recompensar siendo bota de oro en la Bundesliga, con sus 24 goles, una marca que ya consiguiera en las series A y B del Scudetto italiano.

Será el duelo entre dos nueves de los de antes que se encontrarán hoy sobre el césped del Suisse Wankdorf de Berna, un estadio -ahora en su versión moderna- de infausto recuerdo para Hungría y el Barcelona.

Los invencibles centroeuropeos de la década de los cincuenta sucumbieron un 4 de julio de 1954 ante Alemania en la final del Mundial, mientras que los culés estrellaron hasta cinco palos en la final de la Copa de Europa de 1961, en la que acabaron perdiendo (3-2) ante el Benfica.