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Luis Bandres Unanue Profesor de la UPV

Rei(y)no de Navarra: mentira

Nafarroa será lo que quieran los navarros, se dice, pero según la interpretación que de esta voluntad hacen los beaumonteses actuales, por supuesto sin preguntar a nadie («ante Dios y ante la Historia», Franco dixit)

Y no me estoy refiriendo al nombre del campo en que juega el Osasuna (¡qué pena que tenga nombre en un idioma que la burgalesa y castellana alcaldesa de Iruñea, perdón, Pamplona, no conozca!), ya que para justificar una subvención para el deporte casi cualquier vía es buena, y más si de paso sustituimos un topónimo autóctono por un nombre en castellano. No; me estoy refiriendo a todos esos beaumonteses (traidores a la legítima monarquía navarra y partidarios de la unión a Castilla que desde hace al menos 500 años pululan por estos lares) actuales a los que se les llena la boca hablando del Reino de Navarra o simplemente de Nafarroa, sin querer conocer qué es, ni qué ha sido, ni qué quiere ser.

Estamos en el siglo XXI, al menos para algunas cosas. Teóricamente estamos en un régimen democrático, es decir, en un régimen que permite no solamente elegir periódicamente a quienes van a llevar adelante el gobierno del territorio, sino también en algún momento concreto definir cuál es y en qué modo se articula dicho territorio con los que le rodean y, en su caso, con el Estado español (ya que partimos de la situación actual, guste o no guste). Pues bien, en este contexto Nafarroa será lo que quieran los navarros, se dice, pero según la interpretación que de esta voluntad hacen los beaumonteses actuales, por supuesto sin preguntar a nadie («ante Dios y ante la Historia», Franco dixit). ¿No es vergonzosamente Nafarroa la única comunidad autónoma del Estado español cuya ley de engarce, Amejoramiento del Fuero, no ha sido sometida aún a referéndum? En esto han de ser diferentes los navarros (pero para peor).

Durante el desarrollo de las ideas ha habido diversos pensadores que han intentado subrayar como determinante uno u otro factor determinante del comportamiento humano: Marx y la economía, Freud y el sexo, etc. Pues bien, yo opino que en la persona influyen muchos y diferentes factores. En este sentido, el factor histórico es uno más, pero que también debe ser tenido en cuenta (sobre todo cuando se nos ha contado y se nos cuenta una historia falsa, manipulada y engañosa para que no se conozca lo que el Reino de Navarra ha sido).

Nafarroa hasta 1512 constituía un reino independiente al uso, con sus leyes, con sus reyes e instituciones. Es en esta fecha cuando los castellanos, ayudados por los beaumonteses navarros y otros, comienzan la invasión de Navarra y consiguen a sangre y fuego el dominio de este reino: desmochan sus casas torre, encarcelan a sus más preclaros hijos, implantan la Inquisición, e incluso estudian la posibilidad de deportar a un gran número de navarros a Andalucía (todo bajo las órdenes del Cardenal Cisneros). La situación no fue pacífica y, así, los buenos navarros, defensores de su independencia, no se arredraron y, contando con la ayuda de los reyes de Francia, intentaron reiteradamente conseguir la misma sin éxito. Finalmente, tras doce años de lucha, podemos considerar 1524 como el año en que se da casi fin a este proceso de invasión e incorporación de Nafarroa a la corona castellana. Cuando Nafarroa cae en las manos castellanas, cayó en la totalidad del Reino, incluida la Merindad de Ultrapuertos (actual Nafarroa Beherea, Estado francés). Pues bien, aquí se estableció un poder representante de Castilla, con personas traídas de dicho reino, y así un garaztarra era igual de «castellano» que uno de Corella, por ejemplo. Aunque hay que reconocer que la ocupación fue muy inestable con continuas ocupaciones y abandonos de la villa y fortaleza de Donibane Garazi. Desde septiembre de 1521 Donibane Garazi estaba en manos de los leales al rey de Nafarroa, Enrique II. En 1525 Castilla la vuelve a retomar militarmente y en 1527 tienen que enviar otra expedición para volver a controlar la situación. Pero, dada la incomodidad de su mantenimiento, la dificultad de acceso desde Castilla y las características económicas del territorio, en 1528 Carlos I la dio ya por perdida, recobrándola su legítimo rey navarro. Esta parte de Nafarroa se mantuvo como reino independiente, pero en 1589 su rey asumió también el reino de Francia y así se unificarían los reinos de Francia y Navarra, manteniendo sus reyes ambos títulos. Esta situación despareció, obviamente, tras la Revolución francesa, pero eso es harina de otro costal.

Cuando nos hablan de Reino de Navarra ¿de qué nos están hablando? ¿Del Reino al completo o de sólo una parte? ¿Hay voluntad de que las actuales autoridades docentes navarras expliquen, al menos, la historia tal como ha sido? Y un largo etcétera de cuestiones que, mientras no exista voluntad política de aclarar, nos permiten a algunos afirmar que utilizar el pomposo nombre de Rei(y)no de Navarra no es sino una mentira más entre el cúmulo de ellas, inventadas para engañar a inocentes.

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