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Protégenos de todo mal, señor

«La vida sin Grace»

Producción independiente del actor John Cusack que obtuvo el Premio del Público en el Festival de Sundance, junto con sendas nominaciones a los Globos de Oro para Clint Eastwood, como compositor de la banda sonora y la canción que dan emotividad al relato. «La vida sin Grace» es un drama familiar en forma de película de carretera, con un padre que escapa de la realidad derivada de la invasión de Irak en compañía de sus hijas, a las que lleva a un parque de atracciones.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

James C. Strouse ha conseguido uno de los debuts en la dirección más sonados del año, gracias a que «La vida sin Grace» es una de esas películas que no dejan indiferente a nadie, y que, en poco tiempo, ha reunido tantos defensores como detractores. El realizador novel no contaba con una gran tarjeta de presentación, ya que únicamente se le conocía en su labor de guionista para la película de Steve Buscemi «Lonesome Jim», un drama existencialista muy bien considerado dentro del cine independiente. Pero el debutante ha contado con el apoyo de John Cusack, que se ha entregado al proyecto en cuerpo y alma, en calidad de productor y actor principal. Son muchos los que consideran que ha hecho la mejor interpretación de su carrera, en el papel del viudo que trata de proteger a sus hijas del trauma que supone la pérdida de la madre. A lo que también ha colaborado la acertada elección de las dos actrices infantiles, pues las niñas Shelan O'Keefe y Grace Bednarczyk están muy convincentes y le dan una magnífica replica.

Además, hay que decir de nuevo que Cusack ha sido realmente valiente, porque es sabido que las películas sobre el conflicto de Irak y sus secuelas fracasan en la taquilla norteamericana, una tras otra, y quienes las hacen no están movidos por un interés económico, sino por un compromiso moral y político. El actor se sintió impelido a producir la película cuando se enteró que la administración Bush había prohibido las fotos de los caídos en combate que eran trasladados a casa en sus féretros, así que comprendió la urgente necesidad de contar alguna de las historias familiares que hay detrás de esos fallecidos en Irak a los que se pretende ocultar.

Infantilismo no superado

Aparentemente, «La vida sin Grace» es justo lo que cuenta a partir del duro golpe que supone para un padre de dos niñas la noticia de la muerte en Irak de su mujer, donde estaba destinada como soldado. Él también había querido alistarse, pero problemas físicos (una miopía y una cojera) se lo impidieron, así que hubo de quedarse guardando el hogar. Su manera de entender el reparto de tareas le lleva a cuidar de sus pequeñas con un especial celo, por lo que trata de que la tragedia familiar no les afecte.

Es en ese punto exacto en el que la película cobra un mayor significado, al convertirse en una alegoría de la sociedad norteamericana posterior a los atentados del 11-S, incapaz de asimilar el hecho de que la violencia se haya vuelto contra el propio gigante que la genera. «La vida sin Grace» retrata a una ciudadanía demasiado acomodada en el bienestar como para encajar la realidad, por lo que se refugia en su infantilismo no superado. Es por ello que este padre prefiere viajar con sus niñas a un parque de atracciones, en lugar de enfrentarse al mal trago de comunicarles lo sucedido. El cine recurre una vez más a la película de carretera como vehículo ideal para describir un recorrido emocional, en cuanto que los paisajes reflejan los estados de ánimo, ilustrando una huída destinada a acabar a orillas del mar.

Estreno

T.O.: «Grace is Gone».

Dirección y guión: James C. Strouse.

Producción: John Cusack.

Música: Clint Eastwood.

Int.: John Cusack, Shelan O'Keefe, Grace Bednarczyk, Alessandro Nivola.

País: EE.UU., 2007.

Duración: 90 minutos.

Género: Drama familiar.

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