A medianoche de ayer expiró el ultimátum del Gobierno títere iraquí a los milicianos chiítas que controlan la ciudad de Amara, próxima a la frontera iraní y situada 365 kilómetros al sur de la capital, Bagdad.

El primer ministro, Nuri al-Maliki, pidió al Ejército estadounidense que no ataque sistemáticamente al Ejército de el- Mahdi, milicia del movimiento al-Sadr, sino solamente a los «fuera de la ley».

Un portavoz de este movimiento, Salah al-Obeidi, mostró su desconfianza pese al anunció y su temor de que los sadristas se conviertan nuevamente en el objetivo de la operación. «Hemos ofrecido incluso nuestra ayuda pero el Gobierno no nos ha respondido. No queremos que el drama de Basora se repita en Amara», añadió. Se refería a la dura represión del movimiento en los asaltos ocupantes contra Basora y Medina al-Sadr, en Bagdad, y que se saldaron con cientos de muertos.

El Gobierno británico transfirió en abril de 2007 al Gobierno iraquí el control de la provincia de Missane, de la que Amara es la capital. Desde entonces, está bajo control del Ejército de elMahdi y EEUU asegura que se ha convertido en zona de entrada de armamento procedente supuestamente de Irán.

Amara se habría convertido en refugio para cientos de milicianos huidos de los bombardeos de Basora y Medina al-Sadr. Sólo 60 se habían rendido antes de que expirara el ultimátum.

Atentado en Bagdad

En este contexto, el Ejército estadounidense no dudó en responsabilizar al Ejército de el- Mahdi del atentado que la víspera dejó un saldo de medio centenar de muertos en un barrio chiíta de Bagdad.