Son así. El Tribunal Supremo naufraga en su intento de acreditar la criminalidad de doscientos mil ciudadanos vascos y la Audiencia Nacional se cubre con el velo de la desvergüenza para arremeter contra el movimiento pro amnistía. Pero son así y, en beneficio de su afán represivo, no reconocen el ridículo. Lo triste es el silencio de quienes, desde aquí, observan el despropósito. ¡Que no digan luego que el fin no justifica los medios!