La Real Sociedad realizó el martes una Junta Extraordinaria que concluyó con una clara desaprobación de la gestión del Consejo liderado por Iñaki Badiola y reflejó una fuerte división en su base social.

Tal y como viene constatando GARA durante años, la Real ha vivido y vive por encima de sus posibilidades económicas. En esos años en los que el fútbol ha ido alejándose cada vez más del ámbito deportivo y ha entrado de lleno en la esfera empresarial, la Real se ha dejado llevar por una corriente que la arrastró primero a Segunda División y que le ha puesto ahora al borde del precipicio. Del mismo modo que no hay un único culpable, tampoco la solución pasa por una persona, por muy «visionaria» que parezca. No sólo para volver a Primera, sino para sobrevivir como entidad y retomar su carácter, la Real necesita recuperar el norte, con tranquilidad y con un esfuerzo común a medio plazo.

Por lo tanto, es en este momento crítico cuando la Real necesita todo el apoyo. Pero ese apoyo no puede ser incondicional. Tan sólo los incautos o los que guardan otro tipo de intereses pueden pedir que se apoyen las mentiras, la falta de transparencia, el desfalco o el fraude fiscal. Ni ahora ni nunca. Es también responsabilidad de los medios no alimentar esa idea. Pero, al igual que el fútbol, el periodismo ha cambiado y la independencia es un valor en desuso.