Las horas previas a la entrada en vigor de la tregua entre Hamas y el Gobierno israelí han evidenciado que la confianza entre las partes es nula o, cuando menos, que ambas partes han decidido mostrar su potencial militar hasta el último momento. En los términos en los que está hoy en día el conflicto en Oriente Medio esto no debería sorprender a nadie. Es más, sólo desde la aceptación por ambas partes de que no existe salida militar se podrá llegar a un acuerdo político. La parte palestina, la que sufre la ocupación y la humillación sistemática, ha demostrado repetidas veces su voluntad de acuerdo. Falta por ver si Israel está dispuesto a dar ese paso. O si la comunidad internacional ejerce de una vez por todas su papel y obliga al Estado sionista a aceptar la liberación de Palestina a cambio de un reconocimiento que, por ejemplo, Hamas asume sólo como parte de un acuerdo de resolución integral.

De todos modos, cualquier acuerdo entre palestinos e israelíes requiere otro previo entre los diferentes movimientos políticos palestinos. Las condiciones para esa unidad están establecidas en los Acuerdos de la Meca, que propiciaron el año pasado un Gobierno palestino multipartito que fue saboteado externamente por los judíos, que consideran esa unidad peligrosa para su posición negociadora, e internamente por Al Fatah, que consideró que podía perder definitivamente su hegemonía en beneficio de Hamas. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que la posición política de Hamas cuenta cada vez con un mayor apoyo popular y, por contra, que la postura sumisa de Abu Mazen no ha traído beneficio alguno al pueblo palestino.

Una de las primeras consecuencias de la tregua debería darse en la Cumbre europea que tiene lugar en Bruselas. No en vano, la inclusión de Hamas en la lista de «grupos terroristas» responde a la presión de sus aliados israelíes y norteamericanos, y no a la política que debería defender Europa en aquel conflicto. ¿Cómo justifica hoy la UE el veto a Hamas mientras Israel negocia con ellos? Para ayudar allí, hace falta rigor aquí.