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Gloria Rekarte Ex presa política

Viaje al progreso

El Corte Inglés también se ve distinto bajo el sol. No es aconsejable mirarlo sin gafas homologadas. La monumental caja de hojalata cumple fielmente su labor de desmentir a los que aseguraban que nada podía ser más feo que el edificio del Baluarte

Después de meses en monótona escala de grises, pegada al paraguas y con el ánimo enfurruñado, agradecí el termómetro en alza y las nubes en retirada. Con mejor talante y por aquello de que las cosas al sol se ven de otra manera, me he dado una vuelta, sin salvoconducto ni nada, que a veces soy así de osada, por el coto privado de Yolanda Barcina, eso que antes se conocía como Iruñea y así.

El Ascensor relumbra; ascensores hay muchos, inclusive tenemos uno en mi portal. Pero con mayúsculas, sólo uno. A la muralla centenaria, o sea, vieja, inservible a estas alturas en que ya nadie viene con catapultas ni hay que andar tirando aceite hirviendo, con lo que ensucia eso además, Barcina le dio una dentellada de innovación y progreso y le incrustó el Ascensor.

Arriba tiene un restaurante con magníficas vistas al Parque de la Runa que no hay y, en sanfermín, a las barracas que tampoco habrá. El restaurante dio al traste con el prometido Centro de Asociaciones, pero justo es reconocer que eso no se necesita en una ciudad que se va a llenar de zonas Wi Fi. Desde la Taconera, Yamaguchi y otros parques y espacios públicos uno se podrá conectar tranquilamente a internet y evitarse métodos tan arcaicos de comunicación como los de sentarse y hablar, discutir o debatir sin teclado ni pantalla ni nada.

El Ascensor, además, es para revitalizar el casco viejo. Y lo cierto es que en cuanto llegas arriba, descansadica, la revitalización te sacude. Las fachadas paupérrimas que piden a gritos rehabilitación quedan magistralmente ocultas tras los atados de cables que cuelgan, orlan o amenzan, según se mire, y locales, establecimientos y comercios permanecen cerrados y desbaratados, para mayor gloria del Corte Inglés, que es signo de nuevos tiempos. También se ha abierto un nuevo local de diseño, que revitaliza mucho. Parece una peluquería, pero no; es otro restaurante. Sin comer no nos hemos de quedar.

El Corte Inglés también se ve distinto bajo el sol. No es aconsejable mirarlo sin gafas homologadas. La monumental caja de hojalata cumple fielmente su labor de desmentir a los que aseguraban que nada podía ser más feo que el edificio del Baluarte. También ha favorecido mucho a la revitalización, principalmente de la oficina de empleo, al ser artífice de la creación de 800 puestos de trabajo y de la supresión de otros tantos y alguno más.

Pero lo que me emociona hasta las lágrimas es ver ya preparado el vallado del encierro. Hasta las entretelas se me estremecen. Estamos ya en las mismísimas puertas del primer encierro del año. Que en esta ciudad lanzada hacia la innovación y el futuro a velocidad de crucero y sin escalas, no será el 7 de julio, como desde hace decenios, sino el 28 de junio. Tampoco lo correrán los toros, sino un par de Fórmula 1 que cumpliendo el tradicional recorrido y con la ayuda inestimable de todo aquél que quiera salir en la foto, (todo tiene un precio y éste es tan codiciado como cualquier otro) atronarán las calles de Iruñea más que dispuestos a convertir Iruñea y el encierro en el buque insignia de la propaganda de Red Bull. No me cabe en la emoción tanto progreso.

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