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Rindiendo culto a Judas Priest, pioneros del rock más pesado

Más de veinticuatro mil enfermos del metal se dieron cita ayer en el primer Kobetasonik, para disfrutar de los principales mitos del heavy, con los pioneros Judas Priest a la cabeza. Tras la soleada jornada inaugural, el circo de Kiss clausuraba ayer un festival que preveía superar la asistencia de la jornada anterior rindiendo culto al rock más pesado.

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Anartz BILBAO | BILBO

«Más alto, más fuerte y más rápido» es la frase que resume el ideal del olimpismo moderno. Un lema que bien podría servir para definir el ideal musical del Kobetasonik. Sonar más alto y tocar más fuerte y más rápido, desde Black Tide hasta Slayer.

Se dice que quien tiene un amigo heavy tiene un amigo para toda la vida, haciendo referencia a la fidelidad y nobleza de la parroquia metalera. La jornada inaugural del Kobetasonik refrendó el viernes esa idea, con miles de aficionados ávidos de música que inundaron los prados de Kobetas nada más iniciarse el festival. Black Tide rompió el silencio para ceder el testigo a Su Ta Gar. Abanderados del metal en euskara, los de Eibar, agradecidos por la nutrida asistencia, dejaron boquiabierto a más de un aficionado del Estado, con un apoteósico Jo Ta Ke jaleado por la afición «casera». Enérgica fue también la actuación de los jóvenes australianos Airbourne.

A media tarde, con un sol de justicia y la llegada incesante de aficionados, la intensidad bajó con los escandinavos Gotthard y Sonata Arctica. Sin apenas bandas de relleno, y antes del indispensable cuarteto de estrellas final, actuaron Cavalera Conspiracy, Apocalyptica y Gamma Ray. Si metal se denomina a «los elementos químicos caracterizados por ser buenos conductores del calor y la electricidad, poseer alta densidad, y ser sólidos a temperaturas normales», Ministry, Helloween, Judas Priest y Slayer constituían el póquer de ases de la jornada.

De lo mejor de la noche, Ministry se despidió de la afición con contundencia, para dar paso a la romería de Helloween, que conectaron con su fluido español y su lanzamiento de calabazas, desgranando clásico tras clásico. Para entonces, miles de inquietos heavys esperaban en el escenario principal a su banda de culto, Judas Priest.

Con iconografía en rojo y negro, un envejecido «Metal God» paseó su destello plateado en un escenario presidido por Nostradamus, en el que no faltó su célebre Harley Davidson. Sonaron bien y extasiaron a sus incondicionales, aunque resultó excesivamente pesada para el resto, a quienes gustó más Slayer, directos y contundentes. Y es que lo sucedido en el Kobetas es dificil de entender para los neófitos del heavy metal, en un festival repleto de bandas de culto en el que hasta los calvos meneaban la melena, en una permanente demostración de air guitar.

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