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Patxi Erdozain y Sebastián Rosino En nombre de SASOIA Pentsiodunen Elkartea

Como mínimo «mileuristas»

Queremos cambiar el problema de raíz y no hablar tanto de ayudas por vejez o dependencia como de justicia. Por el hecho de ser personas nos corresponde una pensión justa, pero es que además esa pensión nos la hemos ganado a lo largo de nuestra vida

Dicen que otra nueva crisis económica se cierne sobre nosotros y nosotras. Y los primeros zarpazos se están dejando sentir en sectores como la ganadería, la pesca, la construcción... Como es habitual, quien más de cerca va a vivir sus consecuencias es la clase trabajadora.

Pero en la primera fila de los afectados y afectadas estamos y estaremos los y las pensionistas, junto con las personas que son invisibilizadas por el propio sistema, como quienes están en la economía sumergida, las amas de casa, inmigrantes y las personas sin techo.

Nuestra crisis viene de lejos; la podemos llamar estructural. Podemos asegurar que, desde que salimos o nos sacaron de la vida laboral, nuestra situación económica va empeorando.

Naturalmente, no somos un bloque homogéneo y las diferencias económicas son grandes en nuestro sector, derivadas por lo general de la diversidad de salarios devengados, pero sobre todo de claras injusticias habidas, como el no reconocimiento del trabajo doméstico, el de la atención a personas inválidas...

Esto hace que haya situaciones en el mundo de los pensionistas que claman al cielo. Por mucho que tratemos de ocultarlas (a nadie le gusta airear sus propias calamidades), los datos oficiales son de pasar vergüenza. Por poner ejemplos, el 20% de los pensionistas navarros, es decir más de 25.000, tienen que conformarse con una pensión anual de 7.400 euros (528 por 14 pagas), y si tiene cónyuge la pensión es de 9.200, mientras que una cena al estilo del Señor Sanz vale 400 euros y el sueldo base de un parlamentario pasará de 50.000 sin contar dietas, comisiones y un largo etcétera.

Hemos empezado diciendo que la clase trabajadora va a vivir de forma directa las consecuencias de la crisis. Sin embargo, constatamos con envidia que la clase trabajadora tiene todavía algunas armas para capear el temporal, para mantener la esperanza de dejar de ser los paganos principales de esta situación. Puede ser determinante la capacidad de lucha y de unión que demuestren los sectores diversos de la producción.

Desde que nos jubilamos nos han metido en el campo de la caridad y, de recibir algo, recibiremos las migajas que tengan a bien regalarnos. Los debates y discusiones, cuando hablan de nosotros y nosotras, versan sobre cómo legislar esa caridad.

Los políticos que debaten y deciden sobre nuestra situación tienen sus grandes sueldos blindados. Les interesamos en la medida que con nuestros votos les mantenemos en las poltronas.

Para los capitalistas, después de habernos explotado bien, somos sólo un lastre con quien ejercer la caridad.

Queremos cambiar el problema de raíz y no hablar tanto de ayudas por vejez o dependencia como de justicia. Solamente por el hecho de ser personas nos corresponde una pensión justa, pero es que además esa pensión nos la hemos ganado a lo largo de nuestra vida. Por nuestro trabajo, cotizado o no cotizado, hemos acumulado unas ganancias que están en manos de la Seguridad Social y ahora nos corresponde recibir. Con las deducciones en viajes, excursiones, medicamentos tratan de paliar el grave problema de unas pensiones indignas.

La vida nos ha enseñado que si no nos movemos reivindicando lo que nos pertenece, seguiremos en situación precaria. Hace algún tiempo la Asociación de Viudas nos enseñó el camino; con sus movilizaciones alguna pequeña subida consiguieron, además de sacar a la luz situaciones vergonzantes y exigir soluciones justas.

Con esta frase, «como mínimo mileuristas», queremos dar prioridad a la denuncia y lucha en contra de esas pensiones mínimas con las que malviven tantas compañeras y compañeros.

El camino es claro. Somos muchos; en el número está parte de nuestra fuerza. Nos basta unión y continua denuncia para conseguir lo que creemos justo.

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