Tour
Una carrera para ciclistas «valientes y limpios»
Con la lucha contra el dopaje como bandera y algunas variaciones de reglamento y recorrido, la organización de la ronda francesa espera recuperar limpieza y competitividad en su 95ª edición.
Amaia U. LASAGABASTER | EIBAR
«Recuperar el deporte». Ése es el objetivo del Tour, en palabras de Christian Prudhomme. Con mucho de espectáculo y poco, o mejor nada, de polémica. Algo que espera lograr, por un lado, con sus medidas, más o menos discutibles, en la lucha contra el dopaje y con algunos cambios, por otro, en cuanto a recorrido o reglas de la carrera.
Habrá que ver cuál es el resultado final, pero es cierto que la 95ª edición de la ronda francesa llega con alguna innovación. Que podría ser mayor si no hubiera sido por el rechazo generalizado de los equipos a la eliminación del famoso pinganillo, sonda lanzada por el propio Prudhomme hace algunos meses, sin demasiado éxito. Más suerte ha habido con la eliminación de las bonificaciones, lo que obligará a los corredores a cambiar de táctica para rascar segundos. O con la reducción de la primera contrarreloj -apenas 29 kilómetros-, que no permitirá demasiadas especulaciones a los especialistas en las jornadas posteriores. Y con la eliminación de la etapa prólogo, inamovible desde que se instaurara, en 1967.
«Queremos recuperar el suspense y un escenario menos estereotipado», justifica Prudhomme, que no descarta más novedades de cara al futuro. «No sólo no habrá prólogo de forma sistemática, sino que, en términos de recorrido, creo que todo debe estar permitido, siempre y cuando sea sensato».
El director de la prueba se muestra especialmente satisfecho con una primera semana, habitualmente restringida a los sprinters, y que este año se salda con cuatro etapas rompepiernas -y las dos primeras llegadas en pendiente-, una contrarreloj y la primera meta en alto, nada menos. «Necesitábamos un poco de imaginación para la primera semana. Queríamos salirnos de ese escenario tan habitual de los tres o cuatro corredores fugados durante 120 o 150 kilómetros y cazados poco antes de la meta para que luego la etapa se decida al sprint. Este es un recorrido para corredores valientes», asegura Prudhomme, haciéndolo extensivo al resto de los 3.500 kilómetros de carrera, aunque parece evidente que este Tour también acabará decidiéndose, como casi siempre, en su última semana.
Lo admite el propio director de la prueba, pero insiste en que estos cambios son una buena manera de que la emoción no se limite a ver quién es el más resistente en los puertos o el más rápido en un sprint de cien metros. «Por eso, por ejemplo, las dos primeras metas son en cuesta. Son aptas para todo el que quiera y pueda pelear: un sprinter que aguante bien las pendientes, un luchador que salte en los últimos kilómetros, un escalador con punta de velocidad o el superviviente de una escapada». Las puertas abiertas a los luchadores, por tanto.
El buen camino
La otra pata sobre la que quiere apoyar Prudhomme el «kilómetro cero» del ciclismo pasa, evidentemente, por la lucha contra el dopaje, de la que el Tour, como todos los demás, pretende ser el abanderado.
Con medidas que, en muchos casos, resultan incomprensibles. Como la exclusión de un Astaná que ha cambiado en un 80% la estructura del pasado año, y que deja a la carrera sin su último vencedor, frente a la invitación a High Road, que mantiene casi en la misma proporción la estructura de un T-Mobile continuamente salpicado por los escándalos; o la de Quick Step, pese a no haber despedido a Tom Boonen tras su positivo con cocaína.
Pero en la organización de la prueba están convencidos de que los medios son válidos y, sobre todo, de que dan resultados. Así que éste será un Tour para corredores valientes y limpios. «Estoy seguro de que no se repetirá lo que sucedió el año pasado, un Tour con su segunda parte totalmente deteriorada -asegura Prudhomme-. Creo en la eficacia de la Agencia Francesa Antidopaje, que tiene la responsabilidad de los controles en el Tour; pero también creo realmente en la toma de conciencia de los equipos y de los corredores. Creo que el ciclismo está en el camino de reencontrar una dimensión que jamás debía haber perdido. De reencontrar el deporte».
Por tercer año consecutivo, el Tour partirá sin su último vencedor. Pero esta vez, al contrario de lo que sucediera el año pasado, cuando la numeración comenzó con el número 11, sí habrá dorsal número 1. Le corresponderá a Cadel Evans, segundo clasificado en 2007.
Saunier Duval llevará al Tour su campaña «Pick up the podium», con la que anima a los aficionados a recoger los bidones lanzados a la carretera por los ciclistas -unos 2.000 en pruebas de tres semanas-. Los de Saunier ofrecerán la posibilidad de conseguir premios.
Michael Rasmussen ha sido sancionado con dos años de suspensión por la Federación de Mónaco, a la que está adscrito, por haber mentido sobre su paradero y no haber pasado, así, los correspondientes controles antidopaje. Razón por la que fue retirado del pasado Tour.