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Jon Arana descendió 50 años después la torca del carlista con sus hijos, imágenes de vírgenes y su armónica

A sus 81 años, 50 después de que él mismo la descubriera, Jon Arana Urkiola descendió el pasado sábado la Torca del Carlista, la tercera mayor sala subterránea del mundo. Acompañado de sus hijos, Arana rememoró con emotividad su regreso a esta sima.

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Kepa PETRALANDA

El veterano espeleólogo ha repetido a sus 81 años la hazaña que, de manera involuntaria, protagonizara el 4 de abril de 1958; este vecino de Zumarraga descendió el pasado sábado la Torca del Carlista, en esta ocasión acompañado y arropado por sus hijos y con la colaboración de integrantes de la Sociedad de Ciencias Espeleológicas Alfonso Antxia. «Espero que con el esfuerzo de todos lo pueda conseguir. Quiero dejar allí la Virgen de la Antigua», manifestó durante los días previos y no sólo lo logró, sino que, junto a ka Antigua, dejó también en el subsuelo una reproducción de la Virgen del Suceso.

Los preparativos comenzaron el jueves, día 26 de junio y fueron los propios hijos de Jon Arana quienes organizaron el trabajo previo, toda vez que los miembros de la Sociedad de Ciencias Espeleológicas Alfonso Antxia no sólo echaron una mano, sino que se encargaron de lo relacionado con la seguridad, a fin de que el descenso llegara a buen término; se subieron generadores hasta la entrada de la sima y se consiguió iluminar con 6.000 vatios de luz la mayor bóveda natural de Europa. Los trabajos previos se prolongaron y el descenso comenzó a las 16.00.

Hubo todavía otra sorpresa que muy pocos esperaban; Alejandro Ugalde, otro histórico espeleólogo que acompañó a Arana en numerosas actividades hace medio siglo, no se quiso perder el descenso y apareció también en Karrantza en medio de los preparativos. Tres integrantes de Alfonso Antxia fueron los primeros en descender, para controlar la posterior bajada de Arana desde el fondo de la sima. Cuando Jon Arana y tres de sus hijos iniciaron el descenso eran las 17.45; después Arana volvió a tocar fondo.

Besó el suelo

Pese a la ayuda de las nuevas generaciones de espeleólogos, no cabe duda que el descenso de Arana, 50 años después, no estuvo falto de mérito. Fueron momentos de mucha emotividad. Nada más tocar el suelo, Arana se arrodilló para besarlo, recogió unas chinitas y depositó una imagen de la Virgen de la Antigua, junto a otra de la karranzana Virgen del Suceso. Pero Jon Arana tenía pensada otra cosa más para esta emocionante vuelta al interior de la tierra; muy emocionado por la situación y rodeado de sus hijos, sacó una armónica e interpretó una canción en el fondo de la Torca.

Las sensaciones vividas en el interior son muy difíciles de reflejar. Jon Arana se estremeció con el aspecto que presentaba la gran campana de la Torca del Carlista iluminada. Teniendo en cuenta las condiciones extremas en las que descendió en 1958, valiéndose de una escala metálica, no es de extrañar que se «arrugara» al comprobar en su regreso el descomunal volumen de la cavidad.

Según el testimonio de Jon Arana, cuando puso el pie en la base de la Torca del Carlista hace 50 años «aquello era terrible. No veía absolutamente nada, porque la luz que llevaba no perforaba la oscuridad. Solamente veía el suelo, que era un laberinto de rocas».

Los integrantes de la Sociedad de Ciencias Espeleológicas Alfonso Antxia tampoco escatimaron elogios a Arana y calificaron de «barbaridad» el desafío de descender colgado en el vació de una cavidad de 100 metros de altura, 520 metros de largo y 245 de ancho, con una escalerilla metálica. «Lo que hizo fue una auténtica hazaña y batió el récord del mundo en descenso de una vertical», han manifestado.

Quedaba todavía el ascenso. Nuevamente, fueron los tres miembros de la Sociedad de Ciencias Espeleológicas Alfonso Antxia que habían sido testigos de la vuelta del veterano espeleólogo a «su» Torca quienes iniciaron la subida en cabeza, al objeto de controlar el ascenso posterior de la familia Arana y evitar que se produjeran problemas con los roces u otras posibles adversidades. Cinco horas después, todo el grupo estaba de nuevo en el exterior, donde continuaron con la merecida celebración, brindando con sidra.

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