Diez empresarios vascos que acudían a un juzgado de Donostia para reiterar que estaban dipuestos a presentarse ante el tribunal especial español para responder a las acusaciones que se hacen en su contra fueron detenidos el martes por un grupo de policías encapuchados. Ese mismo día, un joven independentista era retenido durante trece horas por la Guardia Civil porque, supuestamente, su nombre aparece en un listado de un militante de ETA; el miércoles, otro joven fue retenido durante tres horas por la misma causa. Estos dos últimos quedan en libertad, mientras que nueve de los diez primeros son encarcelados.

Ésta podía haber sido la breve crónica de las últimas hazañas de la Audiencia Nacional española en territorio vasco. Pero ocurrió al revés. Una vez más, el texto de José Agustín Goytisolo que musicó Paco Ibáñez no se trasladó al mundo real: Érase una vez/ un lobito bueno/ al que maltrataban/ todos los corderos./ Y había también/ un príncipe malo,/ una bruja hermosa/ y un pirata honrado./ Todas estas cosas/ había una vez./ Cuando yo soñaba un mundo al revés.

No obstante, a raíz de la persecución policial-judicial contra empresarias y empresarios vascos, en las últimas semanas se han escuchado algunos mensajes que, por provenir de quien provienen, obligan a pellizcarse para confirmar que no estamos soñando un mundo al revés. ¿Portavoces de agrupaciones empresariales poniendo en cuestión el impecable funcionamiento del Estado de Derecho? ¿Periodistas-tertulianos indignados por las formas con las que actúa Garzón? ¿Dirigentes del nacionalismo moderado denunciando la vulneración de derechos democráticos en Euskal Herria?

Es fácil coincidir con todos ellos en la indignación ante el trato recibido por los detenidos. Pero no sean tan hipócritas, porque esto forma parte de esa «normalidad» que ayudan a construir día a día, de esa ensoñación que les permite dormir a pierna suelta mientras las huestes españolas convierten en pesadilla la vida de decenas y decenas de familias vascas .