Lewis Hamilton se sacudió las numerosas críticas que venía escuchando en los últimos tiempos de la mejor manera: ejerciendo de profeta en su tierra. El piloto de McLaren ofreció una lección, desde la misma parrilla de salida del circuito de Silverstone, para acabar adjudicándose el Gran Premio de Gran Bretaña y hacerse, de paso, con el liderato del Mundial.

Junto a Hamilton, el protagonismo de la jornada recayó en la lluvia, que derivó en una carrera repleta de incidentes. Felipe Massa, líder del Campeonato hasta ayer, llegó a contabilizar hasta cinco trompos, lo que le hizo acabar en la última posición, a dos vueltas del vencedor. Menos suerte tuvo Robert Kubica, uno de los siete pilotos que ni siquiera pudo llegar a meta, aunque no hubo prácticamente un solo coche que se librara de sufrir algún susto.

La exhibición de Hamilton comenzó en cuanto el semáforo se puso verde. Partiendo de la segunda línea, rebasó a Raikkonen y Webber de inmediato y no tardó mucho en hacer lo propio, apenas tres vueltas, con su compañero Heikki Kovalainen. A partir de ese momento, no tuvo problemas para comandar la carrera en la que, por una vez, no cometió el más mínimo error de concentración.

Mientras el británico volaba hacia su tercera victoria de la temporada -superó en más de un minuto a Heidfeld y Barrichello, sus dos compañeros de podio; y dobló al resto de supervivientes-, por detrás se multiplicaban los problemas.

Sobre todo para sus principales rivales, los Ferrari. Mención aparte merece el desastroso fin de semana de Massa, que comenzó con una fuerte salida de pista el viernes y que, viendo cómo fueron las cosas, bastante hizo con acabar ayer la carrera. Pero Raikkonen tampoco se salvó, entre otras cosas por la decisión de su equipo de no cambiar las gomas en su primera parada en boxes. La fortísima tormenta que descargó minutos después forzó a regresar al finlandés, algo que aprovechaba Nick Heidfeld para ganar posiciones.

Todo lo contrario sucedió con Rubens Barrichello. El piloto de Honda no dudó en apostar por neumáticos de lluvia extrema, lo que le permitió remontar desde el 16º puesto en la parrilla de salida hasta el tercer peldaño del podio. Pese a sus tres paradas en boxes, los diez segundos menos que el resto por vuelta que llegó a marcar, permitieron al brasileño pisar su primer podio desde que lo hiciera en 2005 en Estados Unidos, entonces a los mandos de un Ferrari.

La mejor victoria

Acabó, aún así, a más de un minuto de un Hamilton intratable, que vuelve a acercarse al título que se le escapó el año pasado. No hay duda de, pese a las críticas que ha venido escuchando en las últimas semanas, la temporada sonríe de momento al británico: líder del Mundial, hace mes y medio conseguía en Montecarlo el más mítico de los triunfos y ayer levantaba los brazos ante su afición.

«Es fácil imaginar la emoción que siento», explicaba el piloto de McLaren, que dedicaba el triunfo «a mi familia porque han vivido dos semanas muy difíciles». Hamilton admitió que, viendo en qué circunstancias se desarrollaba la carrera «iba rezando para que acabase. Y al final he conseguido, por mucho, mi mejor victoria. También una de las carreras más difíciles que he disputado», reconoció.