Un hombre joven que, según las fuerzas de seguridad, contemplaba en pleno centro de Islamabad el contingente policial desplegado con motivo de la concentración de miles de fieles junto a la mezquita Lal Masjid (Mezquita Roja) hizo estallar la carga que llevaba adosada al cuerpo cuando la reunión estaba disolviéndose y mató al menos a 19 personas, quince de ellas agentes. La explosión provocó también heridas al menos a cuarenta personas.

El atentado suicida coincidió con la conmemoración del primer aniversario del asalto al complejo que alberga la mezquita, una madrasa y una escuela coránica, ocurrido entre el 10 y el 11 de julio de 2007, tras una semana de asedio para desalojar a militantes y estudiantes islámicos armados que se habían atrincherado en su interior, y que se saldó con más de cien muertos.

Fuentes policiales indicaron que el objtetivo del atentado era la comisaría de Policía de Aabpara y los agentes que «regresaban a sus puestos» tras supervisar la concentración de los islamistas, con motivo de la cual se habían intensificado las medidas de seguridad en las inmediaciones de la Mezquita Roja.

Pakistán vive una ola de atentados suicida que en poco más de un año han causado más de 1.100 muertos y que se intensificó considerablemente tras el asalto a la mezquita Lal Masjid. Tanto Al Qaeda, a través de sus máximos líderes Osama Bin Laden y Ayman al-Zawahiri, como los talibán paquistaníes juraron vengar a los «mártires» de aquella operación militar y declararon la jihad (guerra santa) contra el régimen del presidente Pervez Musharraf y su Ejército.

Apoyo a la «jihad»

Las miles de personas reunidas ayer junto a la Mezquita Roja prometieron dar su apoyo a la jihad. Varios oradores responsabilizaron a Musharraf de aquel baño de sangre, pero aseguraron que «falló» si pensaba acabar, «por mandato de América y Bush, con el movimiento islámico atacando Lal Masjid. Además, advirtieron al Gobierno contra cualquier ataque a las escuelas religiosas, ya que cualquier intento encontrará resistencia.