Lorea Serrato Lasagabaster Oficina de las Mujeres de Askagintza de Bizkaia
El monopolio moral del patriarcado
Ni el estado ni la sociedad machista patriarcal tienen la legitimidad ni el monopolio moral de obligar a una mujer a seguir con un embarazo no deseado
Desde la oficina de la mujer de Askagintza no se aboga por el aborto. Esto es una tragedia personal para toda mujer.
Lo ideal sería que ninguna mujer tuviera que enfrentarse a un embarazo no deseado y, por tanto, que no tuviera que sufrir un aborto; que hubiera una educación sexual no sexista que garantizara la formación sexual de todas y todos nosotros, así como métodos anticonceptivos seguros y sin riesgos. Que nuestros compañeros varones se solidarizaran con nosotras en el compromiso que implica la reproducción humana; que las mujeres y hombres pudiéramos disfrutar de una sexualidad sin riesgos; que todas las hijas e hijos fueran concebidos en un acto de amor consciente y responsable; que no existiesen casos de malformaciones fetales ni una sociedad tan machista donde se viola sistemáticamente como consecuencia de la discriminación que sufrimos las mujeres y que desencadena embarazos repudiados.
Ése es el ideal. Pero, desgraciadamente, esto no es así. Y ni el estado ni la sociedad machista patriarcal tienen la legitimidad ni el monopolio moral de obligar a una mujer a seguir con un embarazo no deseado. Sea por la causa que sea.
A lo largo de la historia, nunca se ha obligado a un hombre a ser padre. Tampoco se le ha penalizado por no hacerlo, aun a sabiendas de que en estos casos se atenta directamente contra los derechos de las niñas y niños privados del amor y cuidado paternal, con todos los efectos psicológicos que puedan derivar del hecho de sentirse rechazada o rechazado por el propio padre. ¿Qué opinan de esto todos estos católicos y fascistas a los que tanto les gusta hablar de los derechos de los no nacidos? ¿Qué sucede con los derechos de las mujeres y de los ya nacidos?
Si estamos descontentos y nos sentimos amedrentados por el número de abortos fruto de las pocas medidas anticonceptivas utilizadas para impedirlos, lo que deberíamos hacer es criminalizar a todos los poderes e instituciones públicos y, en última instancia, a la sociedad en su conjunto por no poner los medios e instrumentos necesarios para que la educación afectivo-sexual sea suficiente, eficaz, accesible y no sexista.
Lo que no se puede consentir es que se siga criminalizando a la mujer, y sólo a ésta, por la precaria y machista educación sexual recibida y obligarla a ser madre o a no serlo. Ya es hora de que respetemos los derechos reproductivos de las mujeres y su poder de decisión. Ya es hora de que denunciemos el control, asedio y criminalización a la que nos someten esos sectores patriarcales a la hora de hablar del aborto y que, paradójicamente, no tienen escrúpulos a la hora de violar, torturar, matar, organizar guerras absurdas, así como crueles políticas económicas que matan a millones de niñas y niños cada año. ¿Qué clase de moral os acompaña? ¿Vosotros sabéis qué significa ser madre? Pues preguntadnos a nosotras, que os lo explicaremos...