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La tragedia no cede en Afganistán

La muerte de al menos 41 personas en el atentado que golpeó ayer la embajada india en Kabul devuelve al primer plano de la reflexión el papel que juega la comunidad internacional en este prolongado conflicto. Apenas unas horas después de la explosión del coche bomba, tanto Estados Unidos como la OTAN hacían sonar solemnes sus voces para condenar la acción armada y reiterar que continuarán su trabajo «para contribuir a devolver la seguridad y estabilidad a Afganistán». El trabajo al que se refieren es la ocupación militar del país, que se prolonga ya durante más de cinco años y que ha alimentado una permanente situación de violencia extrema, además del éxodo de cientos de miles de refugiados.

La agresiva política puesta en marcha por George Bush tras los atentados del 11-S en defensa de la «civilización» frente a la «barbarie» descargó toda su ira sobre dos pueblos indefensos: Irak y Afganistán. El paso del tiempo ha ido desmontando las patrañas que se cocinaron en los servicios de inteligencia norteamericanos, pero la ocupación sigue perpetuando un fracaso a voces y prolongando el sufrimiento con capítulos como el escrito ayer a sangre y fuego en Kabul.

La aparición en escena de Barack Obama como candidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos añade una nueva incógnita a la ecuación. Al senador se le ha escuchado alto y claro, en plena liza con Hillary Clinton, que «no hay ninguna solución militar para Irak y nunca la hubo». Y ha llegado a prometer que «las únicas tropas que mantendré en Irak llevarán a cabo misiones limitadas a proteger a nuestros diplomáticos... Que no haya ninguna duda: terminaré esta guerra». Sin embargo, todavía no hace una semana desde que quien aspira a sentarse en el Despacho Oval anunciase un viaje a Bagdad para reunirse con sus generales y «afinar» su política en Oriente Próximo. ¿Marcha atrás? Todo apunta a un nuevo enfoque marcado por los tiempos electorales: una cosa es pugnar con Hillary Clinton y otra con McCain. Pero mientras unos y otros se divierten con el juego de las «democracia», miles de personas sufren y mueren cada día.

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