Llegan en tropel los turistas color rojo cangrejo. El clic-clac del grupo de chancletas obedece al guía tableteando como una matraca. Unos devoran pinchos, incluso rebozados y sin freír. Otros dan cuenta de una botella de tintorro en mitad de la plaza. Fiesta, playa, tren chu-chú, gastronomía y arte. Sanfermines, La Concha y Guggenheim: activos turísticos. Los profesionales itinerantes tememos al verano: al achicharramiento en la estación y al no hay billete para el siguiente transporte rumbo al trabajo.

Los turistas cazan y recolectan. Se maravillan ante el arte del cromlech. Peregrinan con Hammurabi y visitan las pirámides. Posta persa... 14 millas. Viajes organizados fenicios, se cobra por pasajero. Los turistas concurren a los Juegos Olímpicos, visitan las Termas de Caracalla y el Coliseo. ¡Augur, Plinio el Viejo! A los bárbaros les mola Europa como destino de vacaciones.

La peregrinación musulmana mira a la Meca. Según la guía turística de Santiago de Aymeric Picaud, los navarros mangan a los turistas. Agencia Loyola, viajes misioneros. Carnaval Marco Polo. Comienza la explotación turística de continentes ignotos. Hotel francés, séquitos regios. Gran Tour inglés o cómo educar a un Gentleman. El aroma de especias transporta a los románticos Abbadie hacia lugares exóticos.

Napoleón III construye en Biarritz la Villa Eugenia para la de Montijo. Mª Cristina cría fama y la Bella Easo especula. Balnearios en Zestoa y Belaskoain. Agua de Vichy y Alpes antituberculosos. César Ritz, la agencia de viajes de Thomas Cook y la American Express innovan el sector. Parques de atracciones en Ulia, Martutene e Igeldo. Mata-Hari juega a la ruleta en el Casino donostiarra. Fiesta Hemingway sanferminera. El yate Azor hunde una motora en La Concha. OMT, boom turístico de masas y vacaciones pagadas, bikinis en Benidorm y apretados charter a Mallorca. La crisis del petróleo corta el vacilón playero.

El turismo se diversifica por gustos y posibilidades. Puedes contemplar patrimonios de la humanidad como la Torre Eiffel. Realizar visitas culturales al Hermitage o consumir en la Expo. Hacer un viaje enológico a las bodegas diseñadas por Gehry. Ir de compras a la Gran Manzana. Hacer de Indiana Jones en Atapuerca. Divertirte en Port Aventura o alojarte en el Heidi Hotel. Practicar rafting o puenting. Asistir a la fumata blanca en San Pedro. Realizar turismo sexual con una Tai o un tiburón. Despedirte soltero en Logroño y casarte en Barcelona. Hacer una visita guiada a las favelas. Jugar al bacarrá en Los Monegros. Viajar hasta el borde del espacio por 25.500 euros. Contratar un beauty trip vacacional con cirugía estética incluida. Ir hasta Angkor Vat en viaje organizado. Bailar un remix en el Caribe. Recorrer Londres con un mapa de Berlín o visitar Luxemburgo dos veces, la primera con los ojos vendados.

Demasiadas opciones como para quedarnos sin vacaciones aún a riesgo de perder las maletas, de ser atracados por monos, de padecer un trastorno de desilusión provocado por maleducados parisinos o de sufrir un atentado de Al Qaeda. Sólo resta solicitar otro crédito más para recibir la nueva crisis a la vuelta del verano.