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Leyendas falsas: las calaveras no son aztecas, ni la loba es etrusca

¿Superchería o misterio? Un estudio publicado ayer por «Journal of Archaeological Science» tiraba también por tierra el «pedigrí» de los cráneos de cristal de roca supuestamente aztecas o mayas de la Smithsonian Institution (Washington) y del British Museum (Londres).

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Ni el de Londres, ni el de Washington, ni siquiera el cráneo de cristal del museo parisiense del Quai Branly: «No son precolombinos y deben ser considerados como de manufactura relativamente moderna», según los autores del artículo de la revista arqueológica, que estiman que fueron «probablemente realizados menos de una década antes de su primera venta», en el siglo XIX. Los científicos que los analizaron llegaron a la conclusión de que los cráneos fueron tallados y pulidos con útiles que datan de la era industrial. Hay catalogados en el mundo doce «cráneos de cristal», supuestamente aztecas o mayas, que aparecieron en el mercado de las antigüedades a fines del siglo XIX. Nueve de ellos pertenecen a personas privadas.

Lara Croft lo persiguó en «Tom Raider: The Last revelaton» e «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal» tenía como macguffin una calavera de cristal de forma no humana. Desde que, a principios de siglo, el explorador y aventurero inglés Frederick A. Mitchell hallase en las ruinas de una ciudad de maya de Belice uno de estos misteriosos objetos, las calaveras de cristal se han convertido en un enigma arqueológico, cuya existencia ha quedado marginada a los ambientes relacionados con el misterio. La hallada por Mitchell -se la llamó «Cráneo del destino»- sería una calavera de cristal de roca de tamaño natural, y de cinco kilos de peso, esculpida en una sola pieza.

Según el estudio de «Jornal of Archaelogical Science», el cráneo del parisino Quai Branly presenta «trazas de abrasión y pulido realizados con útiles modernos» y data de la segunda mitad del siglo XIX, concluyeron hace tres meses los científicos que lo estudiaron. El cráneo de Londres, de 15 cm. de altura, comprado por el British Museum en 1897, fue trabajado en torno para obtener su aspecto, así como con una perforadora para lograr las órbitas y la cavidad nasal. Y no sólo eso: se utilizó diamante y corindon, aplicados con útiles de hierro y acero. Por su lado, la Smithonian Institution compró su cráneo de cristal, de 25,5 cm., en 1992. En su superficie se ha hallado «leves trazas» de útiles como muelas, o esmeriles, útiles que no existían en América antes de la llegada de los europeos.

Los «chascos» arqueológicos no terminaban ahí, porque ayer también se daba a conocer que el análisis con carbono 14 ha revelado que la conocida estatua de la Loba que amamantó a Rómulo y Remo y que se exhibe en los Museos Capitolinos de Roma no pertenece a la época etrusca como hasta ahora se había dicho, sino a la Edad Media. Hasta ahora la estatua se fechaba en el siglo V a.C. mientras que este nuevo análisis sitúa su realización más de mil años después, entre los siglos VIII y XIV después de Cristo.

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