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«Kung Fu Panda» Artes marciales en la China de los Juegos Olímpicos

El cine de animación es una de las máximas atracciones de la cartelera veraniega, dentro de la cual el estudio DreamWorks apuesta por un simpático oso luchador que recuerda al actor Jack Black, que es quien le pone la voz en la versión original. «Kung Fu Panda» presenta divertidas caricaturas de los héroes de las películas de artes marciales.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

DreamWorks es el único estudio de animación que le hace sombra a Pixar, mucho más fuerte aún desde su absorción por parte de Disney. Todo apunta a que la película animada del verano será «Wall-E», que, además de unas recaudaciones millonarias, también se ha llevado los mayores elogios de la crítica norteamericana. Ante un panorama tan favorable para Pixar-Disney, lo que le queda a DreamWorks es competir única y exclusivamente en la taquilla a base de hacer un producto netamente comercial, sabedores que la batalla por la calidad artística la tienen perdida de antemano. Ese es un terreno en el que «Kung Fu Panda» tampoco va a intentar competir, por lo que su máxima aspiración es ganarse al gran público con una fórmula de éxito que les viene funcionando muy bien. Se trata de hacer franquicias en la línea de «Shrek», con una primera película en la que el personaje central, fruto de un trabajo de diseño concienzudo, se gana las simpatías de niños y adultos, para luego ir sumando entregas que no son más que una repetición adictiva. De la misma manera que el ogro verde se ha convertido en uno más de la familia, otro tanto sucederá con el osito karateka, al que la mayoría de las familias no tardarán en adoptar, sin que se les pueda ya decir que no a los pequeños de la casa cada vez que quieren ir a ver una nueva película de su héroe favorito. A los padres se les engancha por el lado del humor, ya que los largometrajes animados de DreamWorks están llenos de chistes y gags cómicos, junto con homenajes paródicos a las películas de acción real más conocidas. Por último, la receta se completa con una serie de canciones pegadizas, de las destinadas a convertirse en politonos para los teléfonos móviles.

No parece ninguna casualidad que se haya elegido un tema tradicional chino como inspiración de la nueva producción animada de DreamWorks, justo en vísperas de las Olimpiadas de Pekín. En estos juegos, en los que los orientales deben adaptarse a las formas de competición occidentales, no está de más acordarse de las formas de lucha milenarias que atesoran en China. No deja de ser una postura ambivalente, habida cuenta del boicot que en Hollywood ha capitaneado Steven Spielberg contra la cita deportiva. Sobre todo porque Spielberg es uno de los fundadores de DreamWorks, aunque ha perdido el control económico del estudio. Para intentar recuperarlo quiere asociarse a una de las grandes productoras de Bollywood, sellando la que sería la primera fusión entre la industria cinematográfica de la India y la de los EEUU. Para evitar suspicacias con el gigante chino, en cuanto populoso mercado que no se debe despreciar, los responsables de «Kung Fu Panda» han insistido en que la película es un homenaje a la China milenaria, por lo que se ha respetado su cultura en cada detalle de la ambientación. Idéntica consideración se ha tenido hacia la filosofía que hay detrás de las artes marciales, extrayendo de ella las enseñanzas relativas a la potenciación de los valores que ayudan a formar a la persona, haciéndose fuerte a partir de sus propias debilidades características.

La figura elegida del oso panda no puede ser más explícita respecto al mensaje de superación que se pretende transmitir, puesto que se trata de un animal perezoso que se pasa su existencia comiendo bambú y en un estado de permanente somnolencia. Nadie, en la vida real, se imagina a uno de esos simpáticos oseznos que dormitan en los zoos convirtiéndose en un héroe de acción, salvo los animadores, que siempre están dispuestos a lograr imposibles en la gran pantalla. Tanto es así, que el osito Po acabará desafiando las leyes de la gravedad con una ligereza de movimientos impropia de su pesada constitución física. Para alcanzar el sorprendente objetivo cuenta con el asesoramiento del maestro Shifu, que entrenará su mente y su cuerpo para que integren un todo capaz de transformar las limitaciones en retos a vencer. El adiestramiento de Po sigue en lo argumental el esquema de la relación maestro sabio-joven inexperto establecida en la película «Karate Kid», de la cual «Kung Fu Panda» se convierte en una divertida versión animada. A fin de realzar las coreografías de lucha se ha utilizado el formato en cinemascope, con lo que los movimientos abarcan el máximo de amplitud, a la vez que se obtiene una dimensión épica del relato inspirada en producciones espectaculares como «Tigre y Dragón». Los efectos que permiten las imágenes generadas por ordenador remiten a «Matrix», con ralentizaciones y congelados que dan la impresión de provenir de un mando invisible a distancia. Un juego dinámico de infinitas posibilidades que no desdeña la impronta de serie «B» de las películas «made in Hong Kong», filtrada a través de Tarantino y su «Kill Bill». El resto de personajes que rodean al protagonista recuerdan a aquellas películas de la etapa china de Bruce Lee, donde los distintos estilos de lucha estaban representados por animales. En «Kung Fu Panda» el oso Po cuenta con un equipo llamado Los Cinco Furiosos, integrado por una tigresa, una serpiente, un mono, una mantis religiosa y una grulla.

Otra importante fuente de inspiración ha sido Jackie Chan, por ser el que mejor representa la variante humorística de las artes marciales. Dado que «Kung Fu Panda» es una cinta de animación, lo que se ha hecho es contar con su presencia como actor de doblaje, en concreto poniendo la voz al mono luchador. Esta es una cuestión difícil de apreciar para los espectadores que no escuchamos en los cines el doblaje original, por más que nos cuenten que el diseño de cada personaje animado se basa en las características personales del actor que le va a poner la voz. Y no mienten, ya que está claro que Po responde a las señas de identidad de Jack Black, quien en un momento dado puede ser mucho menos torpe de lo que aparenta con sus kilos de más. Pero la promoción se equivoca al querer convencernos de que Po es Jack Black en persona, a fuerza de emitir entrevistas traducidas o subtituladas, cuando a la hora de la verdad la voz que escuchamos en las salas es la de otro actor. Lo mismo nos dicen de Angelina Jolie, que se ha implicado mucho como dobladora por tener adoptados niños asiáticos.

ARTES MARCIALES

Los encargados de la cinta admiran el kung fu, por lo que han escogido a cinco animales que encarnan los diferentes estilos de esta disciplina. Así los Cinco Furiosos, ídolos del oso Po, son el Tigre, la Grulla, la Serpiente, la Mantis y el Mono. En las películas de kung fu, los hombres solían imitar a los animales; esta vez son ellos mismos los que demuestran sus habilidades.

ÚLTIMA TECNOLOGÍA

La productora Melissa Cobb comenta que han realizado la cinta en Cinemascope. Con esta tecnología, el fotograma es más grande, por lo que pudieron hacer una película «más épica», en consonancia con el género de las artes marciales. «También nos daba la posibilidad de explorar a fondo los paisajes chinos», asegura Cobb.

Estreno

Dirección: John Stevenson y Mark Osborne.

Guión: Jonathan Aibel, Glenn Berger, Ethan Reif y Cyrus Boris.

Producción: Melissa Cobb.

Fotografía: Yong Duk Jun.

Música: Hans Zimmer y John Powell.

Montaje: Clare De Chen.

País: EE.UU, 2008.

Duración: 92 minutos.

Género: Animación.

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