¿Qué se puede decir de una película que es promocionada con el subtítulo de «el verdadero amor nunca muere»? Ya nos lo dan casi todo hecho y, en seguida, uno se imagina algo parecido a «Ghost», que es el prototipo de película comercial con un romance perpetuado desde el más allá. Un tema que tiene su obra maestra en «La habitación verde», de François Truffaut, demasiado obsesiva en su concepción reverencial del amor eterno como para interesar a Hollywood. Lo que «Posdata: te quiero» ofrece es una comedia romántica más ligera, donde el fantasma del ser amado se muestra de manera benefactora y positiva. Hasta cierto punto los consejos del marido ausente se convierten en un manual de autoayuda para su joven viuda, a la que, a través de una relación epistolar, anima a rehacer su vida junto a otro hombre.

Richard LaGravenese es mejor guionista que realizador, y en la etapa en la que sólo escribía colaboró con Clint Eastwood en el drama romántico «Los puentes de Madison». Su experiencia como adaptador de novelas llenas de sentimiento le sirve para poner en escena el texto original de la irlandesa Cecelia Ahern, cambiando las localizaciones en parte. El relato arranca ahora en Manhattan, pero pronto la protagonista viajará a Irlanda, lugar en el que se desarrollaba el libro de principio a fin. La excusa urdida por LaGravenese es que la joven neoyorquina estuvo casada con un irlandés, quien, en las cartas que le dejó escritas para ser leídas tras su muerte, le aconseja ir a Irlanda para conocer a su familia política. El plan consiste en que, una vez allí, recupere el espíritu libre del primer amor, como cuando se conocieron tiempo atrás, para recomenzar de nuevo.

Todo empieza en el 30 cumpleaños de ella, día en el que recibe una entrega a domicilio: un pastel con sus velas acompañado de una misteriosa cinta grabada. El mensaje que contiene son las instrucciones dejadas a su viuda por el marido, las cuales le adelantan que irá recibiendo una carta suya cada primero de mes, porque así lo dejó organizado en vida a modo de últimas voluntades. La receptora de las misivas sigue tan enamorada que no duda en seguir los pasos que éstas le van marcando, con lo que se cumplen los deseos de él, evitándole el sufrimiento de la pérdida y el duelo que a veces se alarga de manera tan innecesaria como dolorosa. Por desgracia, existen demasiadas personas que se entierran en vida en nombre de una fidelidad mal entendida, sin ni siquiera considerar la posibilidad de una segunda oportunidad. «Posdata: te quiero» es una guía sentimental contra la soledad y la viudez asumidas como un sacrificio, a fin de no renunciar al amor de carne y hueso bajo presiones o viejos tabúes morales.