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La Serbia rural se ríe de Europa

«Prométeme»

Antes del documental sobre Maradona, Emir Kusturica rodó esta vitalista comedia en la que exalta el mundo rural serbio y se desmarca de las directrices europeas, con tanto colorido como sentido del humor.

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M. INSAUSTI | DONOSTIA

La nueva realización de Emir Kusturica es una celebración de la vida, es un canto a la tradición cultural serbia, una reafirmación de su identidad frente a la uniformidad de la Unión Europea. El cineasta hace su comedia más desenfrenada, en la que ilustra el hecho diferencial serbio mediante un ritmo vital que refleja la alegría del campo. Algo más de dos enloquecidas horas de película, con carreras que siguen los acelerados compases de las bandas de música balcánicas, en interpretación del grupo familiar Stribor Kusturica. Es un cuento trufado de escenas surrealistas y personajes fellinianos, con el colorido que el director de «La vida es un milagro» suele dar a unas imágenes ricas en contrastes. «Prométeme» enfrenta lo viejo y lo nuevo, el mundo rural con el urbano, la fidelidad a las costumbres del país con la modernidad y la globalización.

El título original en serbio es «Zavet», que quiere decir testamento. «Prométeme» no es, por tanto, una traducción propiamente dicha, sino una alusión a las palabras testamentarias que el abuelo transmite a su nieto, haciéndole creer que está a punto de morirse. Le hace prometer solemnemente que irá a la ciudad que hay al otro lado de las montañas para vender la vaca, y que con parte del dinero obtenido le comprará un icono religioso, pudiéndose dar algún capricho personal con lo que quede. Pero lo más importante es que deberá encontrar una chica para tener compañía en el futuro, ya que en el monte están muy solos y aislados del mundo.

El problema del joven Tsane es su total desconocimiento del medio urbano y de lo que es la sociedad de consumo, descubriendo la corrupción y las mafias que controlan los negocios ilegales. En medio de ese entorno hostil intentará conectar con seres aún no del todo contaminados, y así creerá reconocer en una chica llamada Jasna a la mujer de su vida. «Prométeme» salió de vacío del Festival de Cannes el año pasado, pero de un tiempo a esta parte la crítica se ha vuelto exigente con Emir Kusturica, sin tener en cuenta que el cine de autor consiste precisamente en mantener unas constantes estilísticas. El serbio no se repite a sí mismo más que otros de sus colegas, e incluso ha probado con el género documental en homenaje a Maradona, aportando a la última edición de Cannes espectáculo futbolístico a base de malabarismos con el balón, gracias a que va muy bien de cabeza.

DOS PALMAS DE ORO

Kusturica es uno de los pocos que ha ganado dos Palmas de Oro en Cannes por «Papá está en viaje de negocios» (1985) y «Underground» (1995). Sus cuentos sobre las tribulaciones de la vida en los Balcanes han tenido buena acogida, pero le han costado más de un enemigo en su Serbia natal.

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